Meses atrás el presidente de la Suprema Corte, Jorge Subero Isa, denunció que el servicio judicial se ha encarecido a espaldas de ese poder. Ramas recaudadoras del Estado han subido los montos de sellos burocráticos, lo que convierte el acto de recurrir a tribunales en una carga demasiado pesada. Ahora, en perjuicio de la inversión turística, se denuncia una situación similar. Tratándose de la principal fuente de dólares del país, que tiene que luchar contra una crisis global y enfrentar la competencia de otras islas del Caribe, el Gobierno ha admitido que debe ser protegida como sector. Ha sostenido también que sería negativo en estos momentos gravar más cualquier actividad productiva.
Lo irónico es que la acción individual de organismos públicos esté reflejando un afán recaudador en perjuicio de quienes producen. Inapa aumenta por simple resolución los pagos que exige a instalaciones turísticas por acueductos propios, en vista de que los públicos no dan abasto. La autoridad Portuaria crea impuestos para sacarle dinero a pequeños puertos marinos que van surgiendo para uso de turistas, facilidades en las que la referida entidad no presta ningún servicio. Cada cabildo se ha lanzado a obligar a las compañías de la industria sin chimeneas a pagar por conceptos que según la ley vigente, no deben ser gravados. El gobierno central debería frenar esta dispersa y nociva codicia.
Preocupación por la docencia
Este país debe preocuparse siempre por la formación de sus nuevos profesionales, para lo cual la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología actúa con un reglamento que, entre otros puntos, exige nivel de maestría o doctorado a los profesores universitarios. Muy a propósito, la titular de la cartera, doña Ligia Amada Melo, dio antier una voz de alarma: la mayoría de los docentes de 20 universidades evaluadas no llena el requisito.
Ante esa y otras fallas comprobadas, como la ausencia de investigación y de planes de estudios actualizados, viene al caso insistir en la urgencia de lograr niveles óptimos en todo lo que signifique enseñar, desde la primaria hasta los centros técnicos y superiores. La vía más segura para llevar a muchos dominicanos a condiciones de vida aceptables y al desarrollo económico y social es la educación. Si mal andamos en esos ámbitos, mal llegaremos al futuro que nos aguarda.