En los últimos meses la corrupción pública es el principal tema de discusión en el país debido al conocimiento, prácticamente en paralelo, de cinco casos de supuestos hechos dolosos, de los cuales cuatro habrían sido cometidos por ex funcionarios de gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y uno en la administración del Partido Revolucionario Moderno (PRM), que en agosto próximo cumplirá un año.
Al margen de las responsabilidades penales que el Ministerio Público tiene que demostrar a los implicados en los casos Odebrecht, Operación Pulpo, Operación Coral, Operación 13 y Operación Medusa, tres expertos de la conducta analizan por qué el poder es tan seductor que, disfrazado de narcisismo y arrogancia, puede llevar a determinados individuos a cometer acciones contra la ley, creyéndose de alguna manera intocables.
En ese sentido, los psiquiatras Héctor Guerrero Heredia, José Miguel Gómez, y el psicólogo Luis Vergés, no pretenden encasillar su análisis en los casos ya citados, sino extrapolarlo a un largo trayecto de la vida republicana, caracterizada por altos niveles de corrupción e impunidad.
De las cavernas a la postmodernidad. Para el psiquiatra Guerrero Heredia el hombre nace con el biopoder, que lo desarrolla desde que vivía en las cavernas, pues él, como macho alfa, dirigía la horda, manejaba el grupo, a las mujeres del grupo, y tenía la capacidad de engendrar. “Esa búsqueda instintiva de ser el macho alfa es la primera reacción humana natural, genéticamente instintiva del macho alfa. Ahora bien, si te trasladas de la prehistoria a la Edad Moderna, en ese hombre que desea ser el macho alfa pero que cambia los roles, ya no es el más fuerte, sino aquel que pueda tener el nuevo poder: el poder político y el poder económico”, refirió el experto.
A diferencia del hombre prehistórico, el macho alfa de ahora tiene una historia que condiciona su conducta. “¿Quién es el macho alfa, de dónde viene, cuáles son sus traumas psicológicos, cómo fue su crianza, de dónde salió, cuáles son sus ansias sociales”? Ese hombre postmoderno, afirma, ya no solamente quiere tener a todas las mujeres de la cueva, sino tener el poder en todos los lados, por lo tanto es una sublimación de ese instinto de las cavernas. “Ahora bien, cuáles son los mecanismos de defensa que tiene un macho alfa postmoderno, pues la arrogancia, la perversidad, la altanería, humillar al otro, se van convirtiendo en sentimientos que el macho alfa se considera dueño y señor de esos sentimientos, y al ser el macho alfa nadie lo conciencia de que no lo haga”, explicó Heredia.
Asimismo afirmó que, no solamente es el macho alfa postmoderno que quiere ser rico y con poder político, es que quienes están a su alrededor no lo regulan ni lo limitan “y entonces tú entras en esa orgía del poder que se instala en todas las comunidades, en todas las sociedades, y en todas las épocas”. Guerrero Heredia dijo además que la dinámica del nuevo macho alfa no es sobrevivir, sino consumir, tener bienes de lujo a costa de lo que sea.
Corrupción consuetudinaria . El también psiquiatra, doctor José Miguel Gómez Montero, asegura que históricamente en la República Dominicana, la práctica de los corruptos no mide límites ni ve las consecuencias del delito, el cual daña a familias y al país. Planteó que la corrupción es una patología social que han practicado conservadores y liberales desde el inicio de la Primera República.
Esta es una sociedad de memoria corta. A su juicio, la corrupción forma parte de una cultura social. El corrupto es un depredador de la sociedad, tiene hábitos tóxicos, es deshonesto, no conoce límites ni ve consecuencias de sus actos, analiza. Esta patología de tipo social tiene daños colaterales en la familia y en la sociedad, daña toda la dinámica social. Gómez Montero asegura que el político desarrolla habilidades para manipular y extorsionar, destruye lo que sea para lograr sus propósitos.
La política, el poder y el narcotráfico permiten el ascenso social. El corrupto es un producto de la misma sociedad, es una expresión de la misma sociedad enferma. Los que más llegan rápido al poder y los que se mantienen en el son los que tienen malas conductas….. Políticos no se sienten cómodos con gente que es muy independiente..
Luis Vergés
Para el profesional de la conducta, las personas corruptas tienen un nivel de empatía muy pobre y el erario se convierte en una carnada en la que caen sin muchas dificultades, sobre todo porque su tendencia a la gratificación inmediata reduce sus capacidades para percibir que algún día asumirán consecuencias por sus acciones. Sus acciones delatan que los demás solo les importan en la medida en que contribuyen con su sed insaciable de explotación de bienes materiales. Tienen un punto ciego tan grande que no se dan cuenta que sus acciones son percibidas por los demás. La corrupción se va convirtiendo en una acción personal y una conducta reforzada socio culturalmente. Otros aspectos presentes dentro de la dinámica psicológica de un funcionario corrupto es un pensamiento alterado por errores de juicio, como, percepción de bajo impacto (creencia de que nadie se va a enterar; aunque lo sepan si es que lo saben, yo lo solucionaré borrando evidencias). Asimismo, el azar como proceso correctivo (¿Por qué tengo que ser yo al que descubran? ¡muchos lo han hecho y no lo han descubierto!).
También está la percepción de la suerte como resultado, (¡no puedo tener tanta mala suerte que me descubran a mi!). El corrupto tiene la fijación de que, la mayoría de quienes lo han hecho están sueltos!. En este contexto, Vergés asegura que el tratamiento de la corrupción se retrata con frecuencia como una obra de teatro, donde los villanos solo simulan el sufrimiento en una sociedad que ha mantenido una alianza implícita con sanciones benignas y se convierte en un comportamiento perenne estimulado implícitamente por sanciones laxas y las condenas selectivas. Asegura que la actitud de la población es de vital importancia ante el comportamiento delictivo que representa la corrupción. En los tiempos del auge de las nuevas tecnologías, la visibilidad pública de los corruptos asumiendo consecuencias por sus acciones, se convierte sin duda alguna en uno de los frenos esperanzadores del mañana, así como también la decisión de permitir que la justicia opere sin corruptos preferidos.
Mala percepción. Algunos funcionarios corruptos caen más mal que otros, porque la población los percibe falsos y poco empáticos con los problemas de la gente.. Asimismo, la población se da cuenta que ocupan posiciones no por su talento sino por oportunismo, coyuntura o relaciones primarias con gente poderosa. Tienen posiciones de pose o y exhiben públicamente una imagen con la cual contradicen sus acciones.