Las autoridades tienen que hacerle frente con decisión y seriedad al problema de miles de personas, niños y adultos, que carecen de documentos de identificación y registros de ciudadanía. Hace algún tiempo la secretaria de Educación, Alejandrina Germán, se refirió a este problema, pero limitándose al ámbito de la educación.
Hay miles de niños que no tienen acceso a la enseñanza por carecer de actas de nacimiento, y las causas son muy diversas y abundantes. Esta carencia no se limita a los niños, sino que afecta también a un número considerable de adultos.
Los perjuicios para las personas indocumentadas son grandes y no deberían tener vigencia ni cabida en pleno siglo 21. Se trata de una condición que excluye a mucha gente de todos los servicios y beneficios que debe proveer el Estado, y del disfrute de los derechos que les garantiza una ciudadanía debidamente documentada y registrada.
Al carecer de actas de nacimiento, muchos ciudadanos no pueden obtener cédulas, pasaportes y otros documentos. Legalmente no existen.
En esa situación hay descendientes de padres dominicanos, así como hijos de haitianos que han nacido y viven y se multiplican en territorio dominicano. No hay registros sobre sus nacimientos, sus identidades, y posiblemente tampoco de sus ascendientes y descendientes.
Es un problema social muy grave que no puede continuar vigente en estos tiempos en que el progreso de las comunicaciones no tiene límites.
II
En el abanico de causas es fácil identificar una: la dificultad que entraña la obtención de un acta de nacimiento bajo declaración tardía.
Para un adulto indocumentado es una tarea engorrosa y costosa el pretender proveerse de documentación. Por eso mucha gente opta por quedarse indocumentada o recurre a «soluciones» al margen de la ley, mediante falsificaciones y otros métodos.
El caso de los niños es particularmente dramático, pues al no estar debidamente declarados, no son aceptados en las escuelas y sus posibilidades de educarse y prepararse se hacen cada vez más remotas. La condición de indocumentados les acarrea muchos problemas y les impone muchos obstáculos en el desenvolvimiento de sus vidas.
Por ser un problema realmente complejo y de larga data, no se puede presumir que la solución sea cosa fácil.
Sin embargo, se puede pedir que las autoridades sometan a un estudio minucioso este problema y que trabajen en el diseño de alternativas de solución entre las cuales, necesariamente, hay que barajar alguna que haga menos engorroso y costoso el intento de obtener una documentación personal indudablemente legal, siempre que sea posible demostrar el origen de la persona de que se trate.
Es una tarea que debe ser emprendida para que tanto adultos como niños puedan quedar debidamente registrados como ciudadanos de pleno derecho.
La indocumentación es una forma de exclusión social que, aunque no sea expresamente propiciada por el Estado, se convierte en uno de sus pecados cuando se la trata con indiferencia. Hay que acabar con eso.