Indocumentados

Indocumentados

El revuelo que han causado las denuncias de irregularidades en las oficialías del Estado Civil y la condena impuesta al país por la Corte Interamericana de Derechos Humanos debería ser aprovechado para refrescar en la memoria de las autoridades el terrible drama social que representa el hecho de que una alta proporción de los habitantes de este país carece de documentos de identidad.

Se habla de que al menos dos millones de personas en  este país están en esa condición, y eso es sumamente grave.

Se trata de personas que no están registradas como ciudadanos y que, por tanto, no ostentan una nacionalidad y no puedan acogerse a los derechos y deberes que consignan nuestras leyes.

La condición de indocumentado excluye a mucha gente de todos los servicios y beneficios que debe proveer el Estado, y del disfrute de los derechos que les garantiza una ciudadanía debidamente documentada.

Quienes están en esa situación no solo han sido víctimas de las circunstancias que vivieron sus progenitores, sino que, a su vez, se convierten multiplicadores de este problema social tan espinoso, pues sus descendientes probablemente enfrenten la misma situación.

Un Estado que se precie de organizado no tiene forma de explicar o justificar proporciones tan altas de indocumentados. Tampoco tiene forma de explicar por qué no se hace nada para revertir la situación.

Hay descendientes de padres dominicanos, así como hijos de haitianos que han nacido y viven y se multiplican en territorio dominicano, pero no hay registros sobre sus nacimientos, sus identidades, y posiblemente tampoco de sus ascendientes y descendientes.

-II-

Las autoridades están llamadas a encarar este problema en todos sus frentes. Uno de ellos es la dificultad que entraña la obtención de un acta de nacimiento bajo declaración tardía.

Para un adulto indocumentado es una tarea engorrosa y costosa el pretender proveerse de documentación. Por eso mucha gente opta por quedarse indocumentada o recurre a «soluciones» al margen de la ley, mediante falsificaciones y otros métodos.

Se sabe que esta situación ha sido aprovechada en ocasiones por políticos inescrupulosos para torcer resultados electorales. En nuestra historia democrática han abundado las situaciones fraudulentas en procesos electorales.

La condición de indocumentados acarrea a los ciudadanos, y fundamentalmente a los niños, muchos problemas y les impone serios obstáculos en el desenvolvimiento de sus vidas.

Por ser un problema realmente complejo y de larga data, no se puede presumir que la solución sea cosa fácil, pero se puede pretender que las autoridades hagan un estudio minucioso de la situación y que trabajen en el diseño de alternativas de solución entre las cuales, necesariamente, hay que barajar alguna que haga menos engorroso y costoso el intento de obtener una documentación personal indudablemente legal, siempre que sea posible demostrar el origen de la persona de que se trate.

Es una tarea que debe ser emprendida para que tanto adultos como niños puedan quedar debidamente registrados como ciudadanos de pleno derecho. Definitivamente hay que acabar con esta forma de exclusión social que se multiplica en perjuicio de tanta gente.

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