Operativos de masiva participación voluntaria de auxilistas desplegados por carreteras y ciudades para inducir a la prudencia bajo excelente coordinación del Centro de Operaciones de Emergencia, COE, no bastaron para reducir este año el saldo de víctimas mortales y de heridos en accidentes de tránsito que resultó un 2.5% mayor que en el 2023. A lo largo de dos lapsos del asueto navideño se registraron 42 pérdidas de vida confirmadas hasta ahora y 262 accidentes viales además de que fueron llevados de urgencia a hospitales de todo el país por diversos sucesos conectados con los asuetos 728 hombres, mujeres y niños. Muchos de ellos intoxicados con alcohol y comestibles. Y para que tantos adultos y menores requirieran abruptas atenciones médicas, con bastante de ellos llevados a finales trágicos, tenía que haber ocurrido una pérdida generalizada de composturas. Una deplorable combinación de excesos contra sí mismos y los demás al conducir o ingerir toda clase de cosas incluyendo las que hacen más difícil pensar con claridad y moverse con coordinación. Nueva vez estuvo de manifiesto con usual énfasis navideño, y muy a pesar de operativos correctamente institucionalizados, la incapacidad de mecanismos ordinarios del Estado para poner orden en la circulación y límites a los eventos y horarios que congregan festivamente a ciudadanos que se entregan a las bebidas.
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El apogeo de fatalidades en el tránsito durante navidades y semanas santas corresponde, como exacerbación, a las debilidades de controles preventivos y de sanciones de todo el año. En estos lapsos cíclicos, la cantidad de motociclistas que habitualmente se lanza contra las normas y el ordenamiento de la circulación no hace más que morir en mayor cantidad aportando este diciembre y enero el 80% de las víctimas fatales en el tránsito con aumento en cientos de millones de pesos más en costo de atenciones a la salud en la red hospitalaria pública y de gastos para superar la invalidez con que corren la sociedad y el fisco; además de la peor de todas las pérdidas que es la de seres humanos que dan paso a orfandad y viudez derivadas del desplazamiento temerario sobre dos ruedas.