Inequidad y competitividad

Inequidad y competitividad

La globalización del comercio y los cada vez más comunes acuerdos comerciales han obligado a introducir en los países modificaciones e innovaciones de todo género. Las políticas fiscal y tributaria no escapan de esas sacudidas. La competitividad es un rasgo común en el paquete de retos que enfrentan los pueblos por esta apertura comercial, que es, a la vez, globalización de la economía.

En nuestro país persisten aún taras que debemos superar, y una de ellas es la modalidad de ejercer fuertes presiones tributarias sobre grupos reducidos de renglones de gran demanda, local y externa. Franklin León, presidente de Cervecería Nacional Dominicana, ha señalado este aspecto entre las taras que afectan nuestra competitividad  en el mercado externo, donde  estamos obligados a competir con otros productores.

Los tiempos de diseñar políticas sin tener en cuenta cómo afectan nuestro papel en los mercados internacionales han quedado atrás. Domina ahora la tendencia hacia la apertura y la concertación, lo que fomenta competencia e innovación. La inequidad tributaria local puede representar desventajas comparativas para nuestros renglones que compiten con renglones similares aquí y en el exterior. Habría que ver si vale la pena engordar los ingresos fiscales en perjuicio de la competitividad.

Eficiencia y ahorro: el reto

En materia de energía hay desafíos inaplazables. El final de la época del petróleo barato llegó a su fin y esto obliga a procurar eficiencia y ahorro por medio de fuentes no dependientes del crudo. A la par con esto, factores ambientales bien definidos aconsejan emigrar hacia las alternativas menos contaminantes, como turbinas eólicas, celdas  fotovoltaicas y presas hidroeléctricas.

Marco de la Rosa, presidente de AES Dominicana y que junto a un equipo técnico de esa empresa participó como invitado al almuerzo semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio, juzga que lo ideal para el país es un balance energético de 30% generado a gas natural, 25% por fuentes hidroeléctricas y otras renovables, 25% por carbón mineral y 20% por derivados del petróleo. Las alzas petroleras y los factores ambientales aconsejan hacerle caso a esta propuesta, y lograr un buen balance entre eficiencia y ahorro.

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