Inexplicable

Inexplicable

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Cuando su nombre fue mencionado para miembro de la Junta Central Electoral y en otra ocasión para la Suprema Corte de Justicia, defendí su honradez y la seriedad que ha vestido durante toda su vida.

Dije que lo que importa es la seriedad, la reciedumbre moral de la persona, en especial ante el intento de descalificación contra quienes participamos en política como miembros de uno u otro partido.

Pertenecer a un partido político es una selección que se hace de manera voluntaria, libre.

Ser miembro de un partido ni le quita ni le proporciona a nadie una dosis adicional de seriedad, cumplimiento del deber, solidaridad, honradez, respeto a los principios morales.

Ser miembro de un partido es un derecho humano y constitucional que, en el caso dominicano, ha costado mucha sangre, sudor, cárcel y exilios.

Cito al sabio de Lambarene, el doctor Albert Schwaitzer, quien dijo que los niños se educaban con tres reglas: con ejemplo, con ejemplo y con ejemplo.

Los ejemplos que se tomaban en cuenta en mi infancia, varias décadas atrás, eran los de los padres, en primer término, los tíos y tías, los padrinos, los maestros, los sacerdotes, los policías.

Una persona tiene que ser responsable, seria y cumplidora de su deber, en todos los campos, en todas las actividades.

Para quienes van a una función pública lo más importante es cómo salen de ella, no cómo entraron a ejercer la misma.

En la pasada administración del doctor Leonel Fernández visité un amigo de muchos años y le advertí de operaciones que no eran correctas y le dije: “eres de los pocos que entraste millonario al Gobierno y vas a ser de los primeros presos cuando termine esta administración”.

El crédito de una persona vale más que cualquier posición gubernamental o privada. El buen nombre se cultiva como flor de invernadero y no importa lo que digan de una persona si es incierto. Recordemos la frase aquella: “nos ladran Sancho, señal de que avanzamos”. Como quiera dicen de uno. No importa lo que digan, si es mentira, porque como dijo el filósofo mexicano que escribió la canción Que murmuren: “el agua se aclara sola al paso de la corriente.

Pacientemente he esperado la opinión, la denuncia, el verbo flamígero y justiciero de mi buen amigo José Joaquín Bidó Medina, sobre la operación del Departamento de Informática del Palacio Nacional, donde hubo un intento de sobre valuación de varios millones de dólares para la compra de equipos de computación; tampoco habló Chichí sobre la diablura que le hicieron al también amigo doctor César Pina Toribio que lo indujeron al error para que luego fuera aprobado el dicho$o contrato de la isla artificial; no lo escuché, ni leí declaraciones de él sobre el bendito contrato mediante el cual el Estado renuncia a su función para que no sea Bienes Nacionales sino una empresa privada la que cobre acreencias por venta de casas y solares. Y paro de contar.

Ahora mi amigo Chichí Bidó pide que se investiguen supuestas o posibles complicidades de dominicanos con una operación de lavado de activos de Marbella, en España.

Todo parece indicar que el doctor Bidó perdió el rumbo y que es capaz de ver una minúscula partícula de polvo que gira en España porque el bosque de la corrupción local es tan tupido, tan espeso, que no le permite cumplir con su deber.

Bidó Medina entró al Gobierno como un hombre serio, respetado y reconocido, ojalá que cuando salga del puesto aún sea tenido como una persona responsable, que no actúa como un tuerto que no ve la falta de transparencia, seriedad y actos de corrupción de sus compañeros.

Eso esperamos quienes te queremos bien…aunque momentáneamente no lo entiendas.

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