Las infecciones por parásitos intestinales afectan a más del 30% de la población mundial y son, sin lugar a dudas, enfermedades de las más comunes y desatendidas. La salud, la productividad y la capacidad física y mental resultan perjudicadas.

En los países en desarrollo, los niños son los más gravemente afectados, sobre todo el grupo de cinco a 14 años.

El 12% de las enfermedades que padecen tiene que ver con los parásitos intestinales. Éstos son, pues, el principal factor que contribuye a las enfermedades infantiles.

Aunque las consecuencias de los parásitos para la salud y el crecimiento se consideran generalmente más importantes en los niños mayores de cinco años, un nuevo estudio realizado en la India relaciona las infecciones parasitarias con los trastornos  del crecimiento de los niños de uno a cuatro años de edad.

La transmisión de parásitos es insidiosamente fácil, sobre todo cuando la higiene y el saneamiento no son adecuados. Otro factor, aunque no ocurre con todos los parásitos, debido a su distinto ciclo de contagio, es el contacto con portadores, como ocurre en jardines, colegios y colonias de vacaciones, lugares en donde los niños comparten comidas, juegos y baños.

Para millones de niños, los parásitos son una de las causas principales de la desnutrición provocando anemia grave, retrasos en la pubertad y problemas de aprendizaje y memoria.

Los parásitos afectan la nutrición de diversas maneras, por ejemplo consumiendo sangre y provocando así una pérdida de hierro y otros nutrientes. Los parásitos también promueven cambios en las paredes del intestino, constituyendo un factor que reduce la superficie de la membrana dedicada a la digestión y absorción. A causa de esto no se absorben bien las grasas, ciertos carbohidratos, las proteínas y varias vitaminas, entre ellas la vitamina A.

Ventajosamente, los tratamientos para las parasitósis intestinales son de costo relativamente bajo y de fácil implementación, siendo los resultados en la mayoría de los casos, efectivos.