Influencia de asesores extrapartidos en los candidatos presidenciables

Influencia de asesores extrapartidos en los candidatos presidenciables

RAIMUNDO TIRADO
El camino hacia el poder de un candidato presidencial está marcado por múltiples colaboraciones, entre las que cabe destacar la de los asesores técnicos y de campaña. Estos personajes regularmente llegan a ocupar un importante nivel de influencia dentro del staff, debido fundamentalmente a que ellos llenan huecos importantes en aspectos y especialidades que el candidato o líder regularmente no domina.

El candidato adquiere seguridad y soporte en la orientación de sus asesores, en esos huecos que son sus puntos débiles, lo cual puede provocarle un cierto nivel de dependencia de esos personajes que llegan a considerarse imprescindibles para la toma de decisiones.

Los líderes o candidatos que tienen madera de estadistas manejan la asesoría con un alto grado de independencia, sin perjudicar otros elementos que son vitales para alcanzar el triunfo en una campaña electoral, y después ejercen el poder al margen de los denominados anillos presidenciales. Los estadistas escuchan a sus asesores y colaboradores más cercanos, así como a los principales líderes de su organización, y luego toman las decisiones con sus equipos de estrategia, sopesando las diversas opiniones y calculando los riesgos políticos.

Se cuidan también de que esos asesores que se conviertan en «pontífices», no intervengan en asuntos de la gran estrategia política, que debe manejarse siempre con los líderes de mayor capacidad y experiencia dentro del aparato político.

En una maquinaria política bien estructurada, los asesores son llamados y se escuchan sus opiniones, las cuales deben servir al candidato y a la dirección política para la toma de decisiones, pero es un grave error permitir que los asesores técnicos dominen y dirijan la estrategia.

El asunto adquiere mayor gravedad cuando esos asesores no pertenecen a la organización, y no dominan los fundamentos de la política, lo cual puede originar grandes distorsiones en la conducción de la campaña y provocar diferencias permanentes con la estructura política, a la que regularmente subestiman y menosprecian, y con la que se mantienen en competencia por el logro de una mayor influencia sobre el líder o candidato.

Y es precisamente esa competencia la que en la mayoría de los casos hace perder las campañas presidenciales; y si después de todo se logra el triunfo en ese mundo de contradicciones, duplicando esfuerzos y recursos, es mucho lo que pierde el gobierno y el país, cuando el Presidente se distancia de su aparato político y empieza a tomar decisiones con esos asesores.

Al final del mandato llegan las amarguras y las lamentaciones, cuando ya los hechos no se pueden devolver, y es entonces cuando se reconocen los errores cometidos, muchos de los cuales se hubieran evitado, de haber aprovechado el Presidente el concurso de su Partido y de sus líderes de mayor capacidad y experiencia. Esta historia se ha repetido muchas veces y la lección ya ha debido ser aprendida por los líderes y candidatos que pretenden alcanzar el poder.

José Francisco Peña Gómez utilizaba con mucha frecuencia el concurso de los asesores técnicos, pero antes de ejecutar las estrategias, siempre consultaba a los principales dirigentes, y las discusiones eran llevadas al seno de la Comisión Política, que se reunía cada semana. El líder se retroalimentaba con las discusiones que se suscitaban en el organismo, y finalmente, sopesando las diferentes ideas, terminaba enriqueciendo el debate con su opinión final, y los dirigentes se hacían compromisarios con las decisiones tomadas.

Los asesores técnicos eran invitados a las reuniones de la Comisión Política u otras instancias partidarias, y se escuchaban sus opiniones, pero las decisiones finales las tomaban el líder y los organismos.

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