Información y opinión

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Censurable proyección del trabajo periodístico de la época actual es la falta de un contenido que incentive ejercicios intelectuales en el lector. A tan peliagudo tópico hizo referencia Juan Bolívar Díaz en su conferencia “El periodismo del siglo XXI” Los medios de comunicación social –al igual que otras expresiones de la proclividad gregaria del ser humano- perdieron su objetivo natural. El disertante postula la tesis de que el reencuentro con sus más altos y nobles propósitos es el paso siguiente, sobre todo en los medios periodísticos impresos.

Cuando fray Antón de Montesinos se levantó para censurar a los encomenderos, carecía del púlpito instrumental. El mueble que conocemos en el Convento de los Dominicos, réplica del que los franceses destruyeron durante su ocupación, no existía. Estaba presente en aquella semilla de predicadores, sin embargo, el deseo de proclamar el Evangelio con hechos. Vivían entonces aquellos sacerdotes de la hornada inicial de los dominicos, en una choza de Pedro Lumbrera. Miserable éste, aquellos frailes de la Orden de Santo Domingo quisieron compartir con su anfitrión, la pobreza material.

Mas no la pobreza espiritual o la pobreza intelectual. Se volvieron esos sacerdotes, y todos cuantos en la Orden de Predicadores vinieron a Santo Domingo de La Española, en un látigo contra la injusticia. Del embrión del Nuevo Mundo se volvieron a España para denunciar en las Cortes el esclavismo que se imponía. Y con sus constantes denuncias e irrenunciable decisión de lograr para los aborígenes formas de vida más respetables, dieron lugar a lo que hoy llamamos “derechos humanos”.

Una revisión a los escritos de fray Bartolomé de las Casas, que llegó a La Española como seglar y abrazó aquí los hábitos de los dominicos, refleja la lucha de estos hombres. Aunque al Obispo de Burgos, Juan Rodríguez de Fonseca, no lograron convencerlo, ganaron la voluntad de muchos nobles. Tanto el padre Montesinos como el padre Las Casas fueron lo suficientemente elocuentes, como para convencer a Carlos V, entre otros. Antes que al emperador, habían enrolado en la causa de la defensa de los aborígenes, al influyente Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, regente del reino.

Debido a los propios sufrimientos y penurias, pudieron haber cedido. Mas no lo hicieron pues, por la propia grandeza de España, entendían que el trato que dispensaban los encomenderos a los aborígenes, no era propio de cristianos.

El ejercicio mental al que los dominicos obligaron a los grandes de España es el que debe ocupar a los medios de comunicación social. Juan Bolívar, que cita en su conferencia a diversos autores que critican la flojedad de los contenidos periodísticos, se inclina por un reordenamiento de la obra de comunicación. Elevar la condición del ser humano ha sido, siempre, el gran reto de las generaciones. Unas personas, por liviandad o negligencia, se han inclinado por el facilismo. Otros decidieron luchar para que la humanidad ame a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.

Conviene a los medios impresos de comunicación social asumir esta obra, a contrapelo de los tiempos.  

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