El problema del trabajo informal en la región latinoamericana y caribeña está recibiendo una atención priorizada por los efectos que tiene en el funcionamiento de la economía, la eficiencia empresarial y el nivel de atención social de los sectores menos favorecidos.
La informalidad alcanza en Latinoamérica y el Caribe los más altos índices del mundo, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo – BID – cerca del 50% de la fuerza laboral, 130 millones de individuos. Ello afecta al 45% de los hombres y al 50% de las mujeres empleadas y al 56% de los jóvenes de 15 a 24 años. La creación reciente de nuevos empleos en la región ha tenido poco impacto en la informalidad. Hay una nueva recuperación, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo – OIT – del trabajo infantil estimándose en 14 millones de niños que trabajan en la región, además de por debilidad institucional por la falta de empleos para sus padres.
Entre los factores que estimulan el trabajo informal está la falta de oferta de empleos formales, así como el insuficiente e ineficiente alcance de los servicios públicos, según el Banco Mundial, y, además, se padece el hecho de que empresas medianas y grandes innovan poco por lo que ofrecen escasos empleos de calidad. Ante todo ello muchos optan por pequeños negocios y el trabajo personal. Para la OIT, las menores tasas en la región la muestran Uruguay y Costa Rica así como que los casos más críticos se registran en Honduras y RD.
La informalidad conspira contra los niveles de productividad golpeando las potencialidades empresariales. Para el BID las acciones de “estimular la formalización de las empresas pueden llevar al establecimiento de firmas más grandes y eficientes, con una menor tasa de rotación de empleados, mejor capacitación de los trabajadores y más acceso al crédito», dice un estudio. Hay que pensar cada vez menos en medidas de protección, exenciones y subsidios; con ellas nadie se ha desarrollado ni creado buenos empleos. También el BID se refiere a estudios propios que le mostraron que en los casos de Bolivia, Colombia, El Salvador y Venezuela pudieron comprobar que empresas con más de 250 empleados registraban productividad 150% superior a las de menos de 20 trabajadores.
Más empleos formales conlleva que más empleados y empresarios coticen: mayor recaudación tributaria; mayor cantidad de trabajadores aportando al sistema de pensiones y más población con protección social. Igualmente, mejoría en los salarios y condiciones laborales y regulación de la jornada de trabajo. También beneficiaría a Pymes que aportan el 70% del trabajo informal en la región.
La OIT ha llamado a enfrentar el problema para minimizarlo y resalta algunas acciones regionales: reformas fiscales con mayores beneficios en los contratos formales; creación de instituciones que se ocupen de las PYMES; mayor capacitación que abra acceso al mercado laboral formal. También llama a reflexionar sobre el modelo económico y contribuir a la fortaleza de los agentes sociales incluyendo el movimiento sindical.