Informática, gramática y hablática

Informática, gramática y hablática

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
En todas las épocas las sociedades humanas han estado compuestas por viejos, adultos y niños; los padres, los hijos y los hijos de los hijos. Abuelos y nietos son dos extremos generacionales que se extienden a medida que los adelantos de la higiene prolongan la vida.  Los adultos pertenecen a la edad electrónica; los jovencitos viven en la era digital.  De los viejos puede decirse que «son de manigueta», de cuerda o cremallera, según procedan del campo, de un país desarrollado o del «tercer mundo».

Los muy jóvenes están acostumbrados al uso de computadoras, a la existencia de riquísimas redes informáticas especializadas.  Para ellos, todo lo importante y valioso del mundo aparece en un portal, o tiene un site, una pagina web.  El servicio de Internet ha llegado a ser, en el sentir de los jóvenes, una combinación de enciclopedia y Biblia, de libro de texto y periódico; a la vez espectáculo de circo y parque de diversiones. Son muchos los estudiantes que pasan largas horas sentados frente a un monitor.

Las cosas han crecido hasta un punto en que el computador funciona como correo, álbum fotográfico y archivo, medio de pagos y vía de compras. El entretenimiento es triple: voz, data, video.

Los recursos de animación y «multimediáticos» son, al parecer, infinitos. Cada vez son más las personas que traban relaciones -de amistad y amorosas- a través de una pantalla, manipulando un mouse y un teclado. Han surgido nuevas posibilidades para la pornografía; se ha expandido el horizonte de las fantasías sexuales, especialmente para los tímidos. Las ultimas técnicas para transmitir sensaciones olfatorias podrían modificar el ejercicio de la prostitución.

El libro es palabra escrita; es hijo legitimo de los alfabetos; el cine esta hecho de imágenes en movimiento a las que se superponen diálogos, sonidos y «música incidental». El libro es un conjunto de signos gráficos: las letras. De gramma viene el vocablo gramática. Las reglas de la gramática se formularon para la lengua escrita. Las palabras cine, cinéfilo, cinematógrafo, derivan de kinesis, que significa movimiento. El computador contribuye a borrar los limites entre el cine, la palabra escrita y la expresión hablada.

Sin embargo, el lenguaje es ante todo gesto corporal; «un sistema de hábitos articulatorios musculares». La palabra «tiene que ser pronunciada» (…) es un «movimiento muscular: laringeo, bucal y nasal». La palabra ha de ser oída; supone la posibilidad de la audición por otro u otros. El canto, la declamación, el teatro, la cátedra, el sermón, dependen de la palabra hablada. Ortega preparó unos apuntes «Para un comentario al Banquete de Platón».  Estas notas inacabadas fueron publicadas mucho después de su muerte por Revista de Occidente, S. A., en 1962. A Ortega le interesaba, en primer lugar, «hacerse bien cargo de qué es leer» y, además, mostrar como la gramática y el libro dan un tajo a la «integridad expresiva del hombre»; dejan «a la espalda desatendida la raíz de la lengua». Del habla y del gesto nacen las artes escénicas y la literatura. Los comentarios de Ortega nos vienen, pues, como anillo al dedo.

El libro y el computador han hecho retroceder la conversación, verdadera fuente «interactiva» de los conceptos y de los sentimientos. La conversación aproxima a las personas mismas, sin el intermediario que es la maquina. En nuestro tiempo ha languidecido lo que antes llamaban «el arte de la conversación». Nada hay que reprochar a la informática y a la gramática. Pero es menester que empecemos a cultivar la «hablática». El habla, con gestos, risas y gritos, es un manadero de humanidad capaz de revitalizar una sociedad cada día mas mecanizada y rutinizada. Serán los viejos -los de la tercera edad- los encargados de fomentar la instauración de esa nueva «hablática», hilarante, sonante, participante, vociferante.

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