LONDRES (EFE).- El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el primer ministro, Tony Blair, no pueden justificar la guerra de Irak como una intervención humanitaria, concluye el informe anual de Human Rights Watch divulgado ayer en Londres.
La organización pro derechos humanos, con sede en Nueva York, subraya en el documento que «la invasión de Irak acabó con el reinado de un gobierno brutal», pero Bush y Blair «se equivocan al caracterizarla como una intervención humanitaria».
El llamado «Informe Mundial 2004: Los derechos y los conflictos armados», que otros años se divulgó en Washington, fue presentado por primera vez en el Royal Institute of International Affairs de Londres por el director de Human Rights Watch, Kenneth Roth.
El documento, de 407 páginas, argumenta que, aunque es «espeluznante» el historial de abusos de los derechos humanos del derrocado presidente iraquí, Sadam Husein, sus «peores atrocidades fueron cometidas mucho antes» del ataque anglo-estadounidense.
«Cuando las fuerzas de la coalición invadieron Irak -indica el informe-, no se había producido ni existía la amenaza inminente de un asesinato en masa que exigiera la acción militar preventiva que debe caracterizar a las verdaderas intervenciones humanitarias».
Roth explicó que, para calificar de «humanitaria» la acción bélica contra Sadam, «la amenaza de una matanza debe ser inminente y la escala de los asesinatos masiva, y deben haberse agotado el resto de las opciones para prevenir la masacre».
Si se atiende a esa premisa, «el Gobierno de Bush -recalcó el responsable de la organización- no puede justificar la guerra en Irak como una intervención humanitaria, ni tampoco Tony Blair».
Según el director ejecutivo de Human Rights Watch, algunos de los peores abusos perpetrados por el depuesto líder iraquí, «como el genocidio contra los kurdos en 1988», sí que habrían justificado una intervención militar.
En opinión de Roth, una guerra como la que el pasado año lideró EEUU en Irak «debería reservarse para impedir una masacre inmediata o en curso, y no tendría que usarse de forma tardía para ocuparse de atrocidades que se ignoraron en el pasado».
La ONG también lamenta que los Gobiernos de Washington y Londres no intentaran un último recurso, como la apertura de un auto de procesamiento contra Sadam Husein por crímenes contra la humanidad, antes de dar «el paso extremo de la invasión militar».
«Los casos de los ex presidentes yugoslavo, Slodoban Milosevic, y del liberiano, Charles Taylor, sugieren que un procesamiento internacional desacredita enormemente a un líder sanguinario y dictatorial… y tiende a socavar sus apoyos», señala el informe.
Sin embargo, la comunidad internacional permitió gobernar a Sadam sin el «estigma de un procesamiento por genocidio y crímenes contra la humanidad», lo que «podría haber contribuido a su destitución y una reducción de los abusos» perpetrados por su régimen.
El informe de Human Rights Watch, que consta de 15 capítulos, también aborda la lucha antiterrorista de la Administración de George W. Bush o los conflictos de Afganistán y Chechenia, entre otros asuntos.
En opinión de la ONG, EEUU aplica las «normas de la guerra» a su campaña contra el terrorismo con el fin de tener «más flexibilidad para denegar derechos a presuntos terroristas; cuando, de hecho, deberían seguirse las reglas policiales».
Sobre la situación en Afganistán, la organización dice que la fuerza multinacional está «perdiendo la paz» en ese país, «porque fuera de Kabul están cediendo el control a brutales caudillos».
Asimismo, la organización critica a la comunidad internacional por ignorar «los abusos contra los derechos humanos» en el conflicto de Chechenia, que Rusia «justifica ahora como su contribución a la guerra global contra el terrorismo».
Human Rights Watch, que se fundó hace 25 años, concluye que muchos de los triunfos logrados en ese periodo por los defensores de los derechos humanos «están amenazados por la excusa de una guerra interminable y sin fronteras contra el terrorismo».