Inglaterra (Londres y Manchester)

Inglaterra (Londres y Manchester)

Recién visitamos ambas ciudades, mi dama y mi hijo Omar. El nos invitaba a la Universidad de Manchester,  iba  a una reunión con sus antiguos compañeros universitarios, donde hace dos años se recibió con los máximos honores en Economía.

Yo lo invitaba a Londres para recordar mis años de formación neurológica y donde viví muchas de las gratas experiencias de mi vida. A Manchester hacía años que no la visitaba, a Londres tengo la dicha de ir más frecuentemente.

Ambas ciudades me sorprendieron por su gran esplendor, mientras muchos países europeos están sumidos en una severa crisis económica, en Inglaterra por el contrario se respiran aires de bonanza y prosperidad. Nuestras obligadas visitas a los museos de arte y ciencia se acompañaron ahora a la impresionante ciudad olímpica. Disfrutamos los vistosos cambios de guardia del palacio de Buckingham, donde rememoramos las elegantes fiestas a las que asistíamos con la Reina Isabel  en nuestros años como diplomático en Londres.

Qué es lo que le ha ocurrido a Inglaterra, uno de los medios para comprender en toda  su importancia la gran revolución  interior que se ha producido en la vida inglesa consiste en  ir a una de las estaciones del metro –tren citadino- al centro de la ciudad en una mañana laboral. Hace diez años tan solo, el aspecto de la muchedumbre que se dirigía a su trabajo era verdaderamente acongojante. Los vestidos eran oscuros y pesados, incluso en verano. Lo contrario de lo que ocurría en ese momento en todo – o casi todo- el resto de Europa. El ejército de las mujeres empleadas en labores burocráticas hacía pensar en un ejército de ratones grisáceos prematuramente envejecidos.

Hoy sus mujeres rejuvenecidas y bellas parecen venir de un mundo nuevo, quizás las más deslumbrantes de toda Europa -a mi humilde entender-. Los hombres han dejado de parecerse a un ejército de pingüinos disciplinados que llevaban bajo el ala sus paraguas, para convertirse en los rectores de la moda masculina mundial y regir con sus elegantes referentes las revistas del buen vestir masculino como GQ y otras.

Hay cambios económicos, son evidentes en el tren, en las calles, las tiendas, los hospitales, en los bares. El viejo y altivo modo de vida británico, ese que creía en la total responsabilidad del Estado proteccionista para todos, socialismo mal entendido heredado del puritanismo, donde los más viejos creían que las grandes virtudes sociales eran la austeridad y el sacrificio, hoy ha  dado lugar a una nueva sociedad más feliz. Su orgullo nacional no ha perdido un ápice, esto les ha permitido enfrentarse con éxito al ¨brave new world¨. Comprobamos la proliferación de torres y rascacielos. Lógicamente disfrutamos de unas cervezas ¨Lager¨ en los tradicionales Pubs.

Una forma aristocrática de despedirse de Londres es tomar el té en el hotel Ritz, grata experiencia que siempre repetimos al visitar Inglaterra, volver a tan refinado ambiente para finamente atencionados disfrutar su famosa vajilla de plata. Iniciamos escuchando los arpegios de la exquisita pianista Ian Gomes y su orquesta de cámara, luego paladeamos sus famosos canapés con salmón escocés, quesos Stilton, etc. Nosotros preferimos el té Earl Grey, mi hijo Omar se decidió por el Ritz Royal English. Elegantísima tarde de té que disfrutamos junto a la familia Cantizano-Guzmán de Santiago. ¡Inglaterra, maravillosa experiencia sibarita¡

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