INGMAR BERGMAN:
Mito, icono del cine de las luces boreales

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POR CARLOS FRANCISCO ELÍAS
En las primera época de las películas de Bergman, desde 1946 hasta 1951, que en clasificaciones arbitrarias algunos califican de periodo de aprendizaje del oficio, la obsesión era los planos de exteriores, el mundo abierto bajo la bruma  y la luz centinela boreal.

SUITE III : EL CINE DE BERGMAN BAJO LAS LUCES BOREALES O  EL LEGADO DE SVEN NYKVIST

En las leyenda tradicionales de Groenlandia, se dice que las auroras boreales son viajes de los espíritus, en tránsito, que si les silvas te llevan contigo y si les ladras, se alejan con miedo.

Desde el punto de vista geográfico están ubicadas en las latitudes +60grados y +75grados, dichos fenómenos; tal como los explica Angel Gómez Roldán, desde el gran observatorio de las Islas  Canarias, ocupan vastos espacios geográficos que incluyen la Siberia, parte del Canadá, la parte norte de Escandinavia. Alaska y el Océano Glacial Ártico.

Para muchos nativos de esas zonas ( Los Sami, los Indios Atabascas de Alaska,  Esquimales, Los Lapones ) estos fenómenos naturales están asociados a un imaginario de ritualidad poética donde los espacios entre la vida y la muerte están vinculados a estas auroras.

Desde el siglo XVII, este ha sido un tema de interés para geógrafos y naturalistas, fue Pierre Gassendi, científico francés , quien le dio el nombre de auroras, del latín, destacando coincidencias entre las luces del norte y la luz  natural del amanecer.

Bien, si he hecho ese bello recorrido por grandes carreteras de nubes y luces, creencias y lumbres lejanas, es simplemente para recordar al gran fotógrafo de Bergman llamado Sven Nykvist, cuya colaboración con el director sueco hizo posible un concepto de fotografía, un lenguaje de luz, una forma de aproximación con el espacio exterior, un nivel de opticidad, que solo él podía lograrlo, llegando al extremo de que Hollywood también lo descubriera y trataría de separarlos, sin éxito.

Con la película Noche de Circo (1953), inicia una larga colaboración con Ingmar Bergman que duraría más de 40 años, el afamado director de fotografía, moriría a la edad de 83 años en septiembre del año 2006.

Con películas como  Gritos y Susurros ( 1972 ) y Fanny y Alexander (1982) ganaría dos óscares como  mejor director de fotografía.

Tres películas clave de Bergman en este trabajo de colaboración no se deben olvidar:

El Manantial de la Doncella (1960),  El Silencio (1963) y  Persona (1966).

No es posible recordar la obra de Bergman sin el aporte básico de este fotógrafo cuyas composiciones tanto en exteriores como en interiores, dieron a  este cine una factura indentificable, especial.

Porque el tema de luz boreal no es una broma, esa luz produce en la gente de talento un modo particular de interpretarla en una obra de arte. Por eso si bien las primeras películas de Bergman no eran en extremo tan intimista como las que ya hiciera a partir de la década del 60, ya se notaría esa relación entre personajes y borrascas, grises de tinta y cielo, donde personajes atormentados casi convertidos en sombras dan soluciones terrenales a sus obsesiones y angustias, en esos retratos, en esas aguas brillosas filmadas en blanco y negro, el aporte esencial de Sven Nykvist fue fundamental en la obra de Bergman. No era descartable tampoco en esta complicidad, el juego de estados anímicos de personajes, colores o intensidades de luces.

Esa complejidad e importancia de las composiciones visuales, se deben tener en cuenta si notamos que en las películas de Bergman las música juega un rol muy específico, ni sobra, ni falta, no se usa como escudo temporal o para ganar un tiempo secuencial, la música escueta, sencilla, tiene su rol medido, en consecuencia: las composiciones fotográficas estaban llamadas a un rol protagónico más delicado y central.

El juego de luz, como sello de espacio geográfico, tiene en las cintas de Bergman un sello, un lugar y también un lenguaje escandinavo.

SUITE IV : EN EL CINE DE BERGMAN : LAS MUJERES NO SON UN MISTERIO TRIVIAL, SIEMPRE TIENEN LA RAZÓN Y UN LARGO DOLOR POR CONTAR.

Ingmar Bergman logró con su cine y sus personajes femeninos crear universos cerrados, esenciales, molestosos, cuestionadores, intrigantes.

La polémica en la década del 70, no tardó mucho en surgir: ¿Filman igual los hombres y las mujeres?…

¿Tienen la misma sensibilidad en la  aproximación de los temas?..

¿ Es posible distinguir, por los sistemas de aborde temático, cuándo una película está filmada por un hombre o por una mujer?…

Obviamente, en aquellos días la sangre pudo llegar al río, porque algunas estas preguntas eran extremas e interesadas.

Justamente, Bergman demostró que el mito de las sensibilidades al filmar tiene sus bemoles y que nadie mejor que él mismo (adorador de las mujeres, con mas de  5 divorcios encima: 1943-1945 /  1945-195O / 1951-1959 / 1959-1969 / 1971-1995 / ) podría demostrarlo.

(No hay que olvidar que el lenguaje de género aún busca a El Víctimo, no logra encontrarlo)..

En otras palabras, me parece una aberración, que son muy comunes en estos temas, pretender medir sensibilidades para filmar como si se compara en el peso de kilos o libras en un supermercado.

El cine de la condición femenina, la historia del cine contemporáneo está ahí para demostrarlo, no es un privilegio exclusivo de las mujeres, muchas películas dirigidas por hombres han sabido abordar los perfiles de esta condición, las dominaciones y sometimientos con un dramatismo a tener en cuenta.

En este sentido, al cine de Bergman nadie podría negarle una cierta predilección por las mujeres como protagonistas eternas de la mayoría de sus películas.

Pero más que protagonistas, en sus diálogos o monólogos, escritos por el mismo director en su rol de guionista, hay frases, palabras, sentencias que son retratos negativos de los hombres en muchas relaciones. Nunca  se escuchó a este gran director decir que qué era «feministo», obraba con sus criterios y su sensibilidad de ser humano que vía su arte hizo justicia a muchas angustias femeninas, propias de la sociedad de donde venía, pero  con un espíritu de visión crítica frente a una masculinidad, como la escandinava, sueca en particular, donde la noción de libertad individual de las mujeres, según aquellas tradiciones, hace que las condiciones mezquinas del macho escandinavo sea más oculta y sutil, estas ideas me fueron confirmadas en una conversación sostenida con una las primeras actrices de Bergman, Gunnel Lindblom, en 1987, dentro del marco del   festival de Cannes de aquel año.

Pareciera que todos los puntos de partida de los guiones originales del director partieran siempre de la idea de personajes femeninos, retratando a veces con gran crudeza los enfrentamiento y caracteres de las propias mujeres en su espacio

Esa dimensión sicológica que las mujeres suelen otorgarles a estas películas

( Persona, Gritos y Susurros, La Hora del Lobo, los Comulgantes, El rostro) crean la densidad de unos diálogos cuyo paraxismo llevan al espectador a ciertas atmósferas a veces irresistibles.

En el cine de Ingmar Bergman, las mujeres tienen un lugar que el director en un doble juego, analiza y se autoanaliza, se expresa y se expresan, medita y reflexiona, sin traicionar el rol que de justicia a ellas le ha asignado en todo su cine. (Cfe )

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