Ingreso de sangre joven al  Congreso

<P>Ingreso de sangre joven al  Congreso</P>

 En la semana del 1 al 7 de mayo de 1961 las dos noticias de mayor impacto fueron la  elección en las Cámaras del Senado y de Diputados de Euclides Gutiérrez Félix, Gregorio García Castro, Manuel Antonio Jiménez (Manolín) y Luis Alberto Dhimes Pablo. Contaban  24, 27, 25 y 24 años de edad, respectivamente, y causaron gran revuelo al denunciar el anacronismo  existente en el Congreso por la presencia de ancianos que lo mantenían en letargo.

 La otra fue un telegrama que Máximo López Molina, dirigente del Movimiento Popular Dominicano envió a Trujillo solicitándole autorización para  concurrir “como oposicionista” a las elecciones de 1962. Sorpresiva fue la respuesta de Balaguer en su condición de “Presidente”, concediéndole “amplias garantías en el ejercicio de sus derechos” no sólo al MPD sino a cualquier otra agrupación que actuara  pacíficamente y sujeta a la Constitución y a las leyes.

 Desde el cuatro de mayo cuando a todo despliegue se publicó “¡Juventud al Congreso!”, la prensa parecía actuar  en democracia, dando cabida al presunto izquierdismo de los nuevos legisladores, manifestado en  discursos  y  declaraciones  “duramente socialistas”. “Hay que evolucionar”, comentó Dhimes Pablo y Jiménez advirtió: “Acabaremos con la inercia”.

 Gutiérrez Félix y García Castro, del “staff” de Radio Caribe, representaban a Libertador (Dajabón) y Bahoruco; Jiménez Rodríguez a Puerto Plata y Dhimes Pablo a La Romana.

 Hablaron de corrientes innovadoras que demandaba el país por lo que  se integrarían a la lucha activa, y de  batallas contra el letargo de los viejos jueces. Juraron que defenderían los intereses del pueblo. La oratoria de García Castro  fue la más   “de  extrema izquierda” de esta “sangre nueva” pero  el más ponderado fue  Gutiérrez que deslumbró  improvisando. “Defendemos al pueblo y a un régimen que cuenta con el respaldo del pueblo porque lo ha llevado por el camino del progreso”, exclamó y agregó que los legisladores eran iguales a los agricultores, al obrero, al intelectual y que no lo guiaba la sola idea de cobrar un sueldo.

 Pidió no ser tomado por anarquista si sus ideas no estaban de acuerdo con las viejas reglas con que se regía el cuerpo legislativo.

 Euclides expresó: “Nosotros somos el producto natural de un régimen que se preocupa por el bienestar social del pueblo”. Jiménez Rodríguez declaró que el único sistema de gobierno que le interesaba mantener al cuarteto era el implantado desde 1930.

 Les dedicaron editoriales, publicaron sus biografías y fotos, los recibieron con júbilo Francisco Prats Ramírez, director de El Caribe; José Ramón Rodríguez, presidente de la Cámara de Diputados; Porfirio Herrera, presidente del Senado; Pablo Otto Hernández, vicepresidente de la Cámara de Diputados y Santiago Lamela Geler.

 Manolín Jiménez proclamó: “Somos los pioneros, los llamados a destruir los obstáculos que impedían a la juventud asumir cargos de responsabilidad…”.

 En “Los Estados Unidos y Trujillo, Los días finales, 1960-1961”, Bernardo Vega escribió que con la designación Trujillo seguía los consejos de Robert Murphy  y de Igor Casini, pero “manipulados y alterados por Johnny Abbes” y que el objetivo era “llevar la línea anticlerical y fidelista de Radio Caribe al seno del Congreso y  dar la impresión de que existían libertades públicas en el país pues se permitían debates congresionales”.

 Fueron postulados por el Partido Dominicano, indicó y anotó que propusieron medidas contra la Iglesia y el Concordato. Consignó que el diputado Porfirio Dantes Castillo solicitó  una ley expulsando del país a monseñor Reilly y que Manolín presentó una moción que denunciaba al concordato y pedía que se desconociera la personalidad jurídica de la Iglesia y le suspendieran las subvenciones. Comenta que Marino Vinicio Castillo, entonces diputado, “estuvo de acuerdo con esa propuesta”.

 Para el historiador, estos legisladores “no eran antitrujillistas pero sí anticlericales y antiamericanos” y refiere que Euclides alegó años después que aceptó “por causas ajenas a su voluntad”. Recoge el testimonio de Gregorio García Castro que declaró: “… Con esa diputación, que yo no pedí, me enteré un día antes de juramentarme, el compromiso mío con Trujillo fue de trabajar y nada más. Él nos mandó a buscar, fuimos seleccionados por  Euclides Gutiérrez Félix, quien fuera senador del grupo”. Confesó que antes era simpatizante del MPD.

 Euclides Gutiérrez es el único sobreviviente de esa “etapa renovadora”. Entrevistado en el presente, coincidió con Vega al declarar que el Generalísimo acogió el consejo de amigos senadores norteamericanos de renovar toda la burocracia “porque tenía  gente de mucha edad en el ejercicio”. “Ya había designado a Vincho Castillo, Eurípides (Yiyo) Herasme, Mauricio Bogaert, Porfirio Dantes Castillo y Fernando Ballista Díaz. “El más importante era Vincho, reputado abogado en materia penal”. De Manolín destacó que era trujillista, militante de la Guardia Universitaria.

 El entonces jefe de Información de Radio Caribe, contó que antes de decir sí al “Jefe”, le pidió unas horas para consultar a Rafael Augusto Sánchez, Rafael Ramón Ellis Sánchez y José Aníbal Sánchez Fernández, con quienes “tenía compromisos” y estos le aconsejaron que aceptara. “Tú eres un niño, no puedes echarte  a Trujillo de enemigo”, le dijeron unos y otros consideraron que la elección “era una distinción”.

 Negó haber hablado de socialismo o izquierdismo,  que según él fueron calificativos de la prensa. Lo que manifestó fue que “si el progreso, la cultura y los conocimientos eran una posición de izquierda, yo la tenía”.

 Gutiérrez, quien entonces favoreció el divorcio entre casados bajo el régimen del concordato,  comentó que los viejos  no los felicitaron con sinceridad sino con resignación. Opinó que el hecho causó tal revuelo por la juventud de los cuatro y que fue una maniobra política de Trujillo para aparentar que el régimen se renovaba.

Otro simulacro. Para René Sánchez Córdova, militante del MPD y reconocido  antitrujillista, no fue Balaguer quien respondió a López Molina sino el propio Trujillo en un “simulacro de democracia” ante el impacto de acontecimientos nacionales e internacionales que ponían en peligro su régimen.

 Señaló que se había establecido una línea en el MPD: “Lucha interna o Trujillo siempre” y que López quiso aprovechar esa coyuntura pero su objetivo, aseveró, no era ir a elecciones, porque el MPD “no estaba organizado para eso ni tenía suficientes afiliados”.

   Bernardo Vega consigna que no habían pasado dos semanas cuando la prensa  comenzó a atacar al MPD por haber sacado de nuevo su periódico.

 Máximo López fue apresado, el ajusticiamiento le tomó en la cárcel desde donde, según Sánchez Córdova, aprovechó la posición antinorteamericana de Ramfis, porque  involucraba a Estados Unidos en la muerte de su padre, “y le dio cuerda  atacándolos para evitar que Horacio Frías, jefe de La Victoria, nos torturara”. Máximo logró su libertad y “como Ramfis quería dejarle una vaina a los yanquis, le ofreció recursos y militares, éste convocó a una reunión en Santiago con dirigentes del 14 de Junio pero en el encuentro, afirmó,  se infiltró el periodista Brinio Díaz que denunció esa reunión a la Unión Cívica y al otro día aparecieron buques norteamericanos que hicieron salir rápidamente a Ramfis. Ahí se paralizó todo”.

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