Ingresos fiscales

Ingresos fiscales

JOSÉ LOIS MALKUN
Los Gobiernos dominicanos, acostumbrados a nunca dar malas noticias, se acogen siempre a los mismos patrones. Usan las estadísticas para mostrar el lado bueno de las cosas, escondiendo el lado malo, por lo que nunca se aprecia la dimensión de los problemas.

Por ejemplo, se anuncia con entusiasmo el incremento vegetativo de los ingresos fiscales de enero y febrero respecto al año anterior, lo que siempre sucede con o sin reforma fiscal. Pero todo parece indicar que las proyecciones para el año 2006 se quedaran cortas.

La cuestión es si esa caída en los ingresos se compensará en los meses siguientes o se agudizará. Si sucede lo primero, no hay problemas pero si es lo segundo, hay problemas. El acuerdo con el FMI no soportaría un déficit fiscal mayor al previsto ya que pondría en riesgo todo el programa de ajuste.

En este contexto y bajo la óptica tradicional, el Gobierno tiene dos vías de enfrentar el déficit si los ingresos se caen. La primera, desmontar subsidios. La segunda, realizar otra reforma fiscal después de las elecciones. Ambas son controversiales y difíciles de adoptar, considerando que ya el próximo año estaremos nuevamente inmersos en otra agitada campaña política. 

Es obvio que la opción de reducir los subsidios por vía administrativa en mas fácil y prometedora que la de aumentar los impuestos por ley.

Claro esta, todo dependerá de lo que pase en las elecciones de mayo. Porque de no controlar el Congreso, al partido de Gobierno se le hará difícil pasar este año otra reforma fiscal. Y mas difícil el año que viene. Pero no imposible, porque eso de la mayoría parlamentaria opositora no cuenta cuando los Gobiernos se deciden a engrasar los motores para pasar cualquier proyecto de ley, por más absurdo que sea.

Ahora bien, hay otras consideraciones en materia fiscal, que por lo regular, se desestiman de antemano o se consideran una perogrullada. En uno de los cientos de eventos que me toco asistir en Centroamérica para hablar de integración regional, recuerdo uno muy especial donde acompañe a una nutrida delegación del Gobierno salvadoreño. El lugar era el antiguo Hotel Sheraton de Managua, Nicaragua. El año, 1992. El orador principal,  Alfredo Cristiani, Presidente de El Salvador.

Después de su discurso, uno de los asistentes al evento le preguntó al Presidente Cristiani, como había logrado su Gobierno incrementar significativamente los ingresos fiscales en apenas dos año. La respuesta fue simple y concisa. Optamos por reformar la ley, eliminar cientos de impuestos absurdos y reducir las tasas entre un 30% y 40%.

Pero esto no es nada sorprendente, ni los salvadoreños descubrieron el cebo tibio con esta medida. Hay cientos de ejemplo similares. Por eso, en nuestro país, mientras más se aumentan los impuestos más se evade, por lo que resulta lógico estudiar formas de reducir los impuestos para que haya más ingresos.  La clave es llegar a un punto donde el riesgo de evadir sea tan alto como el de pagar, cosa que ahora no sucede. De producirse este milagro, es posible que una nueva reforma fiscal, pase sin problemas, sin traumas y sin engrases de motor. Tampoco se necesitara de un pacto para la gobernabilidad, que esa si es una perogrullada.

Algunos teóricos de la economía aducirán que tal recomendación resulta inadecuada en un país con una presión fiscal del 17% o 18%. Que esta debe subir al 22% o 23% y la comparan con países desarrollados que tienen hasta un 30%. Pero esto es aceptable cuando la sociedad recibe de vuelta el 80% de estos ingresos en beneficios educativos, de salud, infraestructura, seguridad social, etc.  En cambio, aquí la población no recibe ni el 20%, porque la mayor parte de esos ingresos se usan para pagar una nomina vergonzosa, para enriquecer a unos cuantos políticos corruptos, para malgastar dinero a raudales en tarjetas de créditos, viajes y lujos de los funcionarios del Gobierno de turno y para comprar medios y conciencia, que es lo que esta de moda.  

Con estos precedentes podemos llevar la presión fiscal al 70% y seguiremos empeorando. Procede, en consecuencia, una reflexión temprana y sopesada sobre nuestro futuro económico si las proyecciones de ingresos no se cumplen. La reducción de algunos impuestos es una de ellas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas