Ingrid Betancourt luce irreconocible

Ingrid Betancourt luce irreconocible

BOGOTA (AP) — Envuelta en el aroma de perfume, jeanes y camiseta, saluda de prisa a los reporteros en su apartamento de Bogotá, se sienta y cruza la piernas al borde de una butaca llevando en el rostro una sonrisa de oreja a oreja. 

Ingrid Betancourt se mueve sin cesar en la silla, no logra contener la alegría de haber sido la senadora más votada de Colombia en los comicios legislativo de 1998, con mas de 160.000 boletas, y habla sin cesar de sus planes políticos. 

Como ametralladora y con voz de trueno responde con la cabeza en alto y gesticulando con sus manos de uñas pulidas decenas de preguntas sobre qué haría en temas como el narcotráfico, la corrupción y las guerrillas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).  Ahora secuestrada por las FARC en la jungla, junto con otros 45 rehenes, Betancourt apenas si mueve la cabeza.  La mantiene baja, las piernas cruzadas y sobre su rodilla derecha tiene las manos quietas. Envuelta en viejos pantalones y una camisa sin mangas, mira al piso seria con el pelo largo castaño cayéndole hasta la cintura desde uno de sus hombros. No pronuncia ni media palabra.

 Ni siquiera mueve los labios sobre un rostro color vela.  No se logra verle los ojos en la penumbra de la selva donde ha estado secuestrada por casi seis años en manos de las FARC. Las negociaciones con el gobierno en torno a un intercambio de rehenes por militantes de las FARC presos no han prosperado. 

Casi irreconocible en el video divulgado en noviembre pasado –primera prueba de que está viva–, Betancourt es un fantasma de aquella mujer llena de vida que se postuló a la presidencia de Colombia hace casi seis años y desafió todas las recomendaciones, aventurándose en terreno rebelde, en el sur colombiano, donde fue secuestrada el 23 de febrero del 2002. 

 “La vida aquí no es vida, es un desperdicio lúgubre de tiempo”, escribió Betancourt en octubre último en una carta de 12 páginas a su madre, Yolanda Pulecio.  Hizo al menos cinco intentos de escapar, por lo que es encadena por el cuello a otros rehenes, a veces toda la noche, a veces por 24 horas, contó en mayo Jhon Frank Pinchao, un policía que escapó de un campamento de las FARC en abril después de ocho años de retención, al menos tres de ellos junto a la ex candidata presidencial, según ha dicho el policía.

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