Al igual que cualquiera de sus congéneres, Ingrid Gómez es una mujer al borde, con sus mismos problemas, debilidades, fortalezas, metas anheladas y sueños por cumplir.
A través de su programa de televisión “Mujeres al borde”, la comunicadora creó un concepto con el cual ha querido “acompañar a nuestras mujeres, que sepan que no están solas, que estamos en un mismo barco y que si nos unimos y compartimos nuestras historias crecemos más juntas, nos nutrimos la una de la otra. Esa es la idea”.
Y esa meta de apoyar a sus congéneres la ha ido logrando en cada entrega de su espacio, que se transmite por Telesistema los sábados a las 11:30 de la noche.
Entiende que en el país había la necesidad de crear un espacio inspirado en las mujeres, pensado para ellas y que al mismo tiempo le llegara a los hombres.
“Tengo que dejar mi granito de arena, tengo que entretener, pero también quiero ayudar”, afirma entusiasmada tras señalar que la mujer de ahora es “pulpo”, emprendedora, y que se ha esforzado por ganarse su lugar en la sociedad.
Con deleite y satisfacción afirma que los hombres también están al borde. En la versión radial de su programa, que además es interactivo, los varones dan su propia versión de las cosas.
La comunicadora aboga para que a los hombres se les dé una educación más sensible. Que se deje a un lado la crianza del macho.
“Si no se descarta este tipo de crianza, no va a terminar el círculo de la violencia doméstica y no van a concluir los embarazos en adolescentes, porque todo está conectado”, dijo Ingrid, quien además ve con satisfacción que los hombres de ahora cambian pañales, algo que antes no ocurría.
Sensible. Ingrid afirma que en esencia es una mujer muy sensible, más que aguerrida.
“Todos los días trabajo para alimentar la autoestima. Tengo mis fortalezas y debilidades. Me he ido fortaleciendo en el camino porque aún cuando tus padres te protejan y te críen en una burbuja, pasan cosas en la vida muy grandes, que con el tiempo permiten que crezcas”, asegura.
Entiende que solo se crece a través del dolor y cuando la vida te empieza a mostrar de qué está hecha la humanidad. “Una de las cosas que me movieron el piso fue la trágica muerte de mi hermano Edwin. Yo había tenido un divorcio y creo que, con sus aciertos y desaciertos, lo manejé muy bien. Pero con la muerte de mi hermano me di cuenta de lo vulnerables que somos y me empecé a cuestionar”, afirma Ingrid, quien se hizo “coach” de vida en Puerto Rico.