Iniciativas prometedoras

Iniciativas prometedoras

PEDRO GIL ITURBIDES
En otra ocasión, diferente por supuesto, a aquella de que le hemos hablado, viajábamos con don Félix por los caminos de Monte Plata. Cerca de la carretera del cruce a Don Juan nos detuvimos, esta vez por iniciativa del industrial. Estas tierras son inadecuadas para los cítricos, dijo observando unas matas de naranja que se levantaban en un yerbazal.

En cambio, añadió, son excelentes para las parchas y las chinolas, pero no hay cultivos de éstas que puedan aprovecharse industrialmente. Corría también entonces el año de 1986, y don Félix María Rojas pensaba ampliar la empresa que presidía.

“La chinola tiene propiedades medicinales”, afirmó. “Los brasileños las cultivan para exportación hacia los mercados europeos y norteamericano. Pero nosotros nos clavamos en las zonas francas y ya tu vez que en los recorridos lo que la gente le pide a Balaguer son parques de zona franca. Yo estoy metiendo a mis hijos en la producción de tomates para hacer salsa. Después, si Dios me da fuerzas, buscaré mercado para salsas especiales y jugos”. Pero don Félix sufría graves daños cardíacos que lo llevaron tempranamente a la tumba, en 1991.

La fábrica de salsa de tomates la instaló en Villa Vásquez, en la ruta hacia Castañuelas. Los hijos han sufrido las acometidas del Yaque del Norte, cuyos desbordamientos han arruinado los cultivos varias veces. También la mosquita blanca, aunque en menor grado, ha hecho efecto sobre las siembras propias y de sus colonos. Pero nada de ello ha detenido a los hijos.

¡Qué brega dio a don Félix echar adelante aquella planta! Inconvenientes burocráticos, extorsiones en el camino del apoyo financiero, papeleos inútiles, hicieron que la producción comenzase cuando él se iba. Hoy existen  sembradíos de chinolas en las cercanías de aquellas tierras en las que nos detuvimos, cerca del cruce hacia Don Juan. Mas no son plantaciones importantes. Pequeños productores, que laboran casi escondidos y faltos de facilidades de comunicación vial, tienen esta enredadera en subregiones al nordeste de Cotuí. Son éstas, por cierto, tierras, dedicadas en la mayor parte de los casos a otros cultivos contraindicados por la calidad de los suelos y las características de las zonas de vida.

Cultivos como los de estas frutas a las que se atribuyen elementos curativos, debían ser parte del trabajo de la autoridad pública. Pero no son la parcha y la chinola las únicas que merecen atención en el trabajo de explorar caminos para la creación de puestos y la eventual exportación.

Otras veces hemos mencionado la pera criolla, cultivo apropiado para zonas sobre 650 metros de altitud, clima templado y semihúmedas. Esta es una fruta casi desconocida y que, sin embargo, en sazón, es deliciosa. Sobre todo en jugos, y de preferencia, en batidos con leche.

Pero no deseo ni puedo ser exhaustivo porque pecaría de prolijo, y únicamente pretendo poner ejemplos. Nuestro deseo es señalar que un Estado Nacional que no derroche los ingresos corrientes, y aún extraordinarios, en gastos de administración, tiene ante sí prometedoras iniciativas. Basta que se conozca el país, y se advierta su potencial, para que se abran caminos que son, sin duda, menos vistosos, pero más enriquecedores para el pueblo.

Por supuesto, a la Nación hay que guiarla. Contra el gusto y la pretensión de la modernidad tecnológica, a la Nación hay que conducirla. Si el pueblo no logra que sus mandatarios sean además, maestros de corazón, tendrá administradores de la cosa pública, mas no hombres de Estado. Yo creeré en la existencia de éstos, el día que contemple, o sepa, que viven gobernantes que van abriendo pequeñas trochas para sus conciudadanos. Ellos, sin duda, son los que aprovechan todas las iniciativas prometedoras que tiene la República, para crear empleos, generar más calidad de vida, y lograr para todos una existencia mejor.

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