Inicio del año escolar y exclusión

Inicio del año escolar y exclusión

El año escolar que inicia en los próximos días muestra un panorama desalentador para una gran población infantil y adolescente que trata de inscribirse y no puede porque “no hay cupo suficiente”. 

Expresión escuchada por muchas madres que insisten y recurren al centro buscando entre las posibles relaciones primarias con directores(as) y maestros(as), la oportunidad  para que su hijo/a no pierda el año escolar.

Muchas madres de barrios marginados en  Santo Domingo y de distintas provincias y municipios manifiestan su angustia porque han visitado hasta 4 y 5 centros tratando de inscribir a sus hijos/as y no ha sido posible.

Los centros están densamente poblados y en muchas aulas se está impartiendo clases hasta con 70 estudiantes. No hay suficientes aulas para cubrir la demanda educativa de nuestra población estudiantil. Algunos centros habilitan  como aulas: salón de actos, cocina, cafetería o una enramada. 

Esta cantidad de aulas va acompañada por un número similar o mayor de docentes que deben ser nombrados/as para el desarrollo del proceso educativo. Muchos/as profesores/as están impartiendo docencia en centros educativos en distintas comunidades rurales sin haber sido nombrados/as, otros/as están deseosos/as de obtenerlo sin éxito pues no tienen suficientes vínculos políticos en los distritos ni en las regionales para ello.

Ante las deficiencias de cobertura el personal directivo de los centros educativos ha establecido parámetros de selección de estudiantes donde los más desventajados son aquellos/as estudiantes que tienen bajas calificaciones, repitentes, en sobreedad y/o con dificultades de conducta.

La exclusión de la población joven la expone al riesgo de perder el año escolar, un aumento de la población fuera del sistema supuestamente “desertora” y a condiciones de vulnerabilidad ante el posible acceso a actividades delictivas. Se incrementa así la población adolescente y joven que está en las calles y en alto riesgo.

A las dificultades que tienen los centros para albergar la población estudiantil existente se le agregan las precariedades en: condiciones físicas, butacas, disposición de sanitarios, agua potable, etc. En estos días de aguaceros encontramos centros educativos donde “llueve adentro” (se inundan) y “escampa afuera”.

Otros ofrecen la docencia con muchos cubos o latas frente a la pizarra o entre las filas de butacas para recoger las goteras. Las aulas que se improvisan en enramadas o patios se inutilizan en tiempos de lluvias y no hay clases para estos cursos. Otros centros tienen un gran charco a la entrada que obliga a la población estudiantil y docente a “enlodarse” hasta las rodillas para entrar. 

Estos inicios de clases muestran la precariedad de nuestro sistema educativo y los efectos de la baja inversión en educación. 

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