La puesta en circulación del libro Pulsaciones, de mi amigo de añeja data, y supra talentoso comunicador Radhamés Gómez Pepín, con el auspicio del Banco de Reservas, me llena de profunda satisfacción.
Lo digo porque desde sus inicios seguí con mezcla de interés y admiración la columna que bajo ese título publicó el sagaz y modesto analista del acontecer nacional y mundial. Releer esos artículos, escritos durante más de seis décadas, me llevará a revivir con carga de nostalgia, las emociones que me produjeron desde mis días de joven rebelde aprisionado en la cárcel moral de la tiranía trujillista.
Mi enllave Radhamés, sin lugar a dudas, ha sido un luchador honesto, valeroso y perseverante por las libertades públicas en este infortunado país.
Pero hay una faceta de su personalidad que sólo conocemos los que hemos compartido con él momentos de labor, y jornadas de bohemia.
Ocupando el cargo de jefe de redacción del diario El Caribe, en el año 1964, envió a un reportero y a un fotógrafo a cubrir en la penitenciaría de La Victoria, la excarcelación de los sobrevivientes del fallido intento guerrillero para reponer el gobierno constitucional del presidente Juan Bosch.
Lo hizo con estas palabras, no necesariamente citadas de forma textual, ante Ciro Coll y yo, quienes lo esperábamos para una de nuestras habituales parrandas.
-Quiero que me capten en ese acto el aspecto humano, que podría ser el de una novia, abrazada a alguno de los guerrilleros; y si acaso no aparece ninguna mujer llorando, ustedes ponen una a llorar, y la retratan.
Cuando enfermó gravemente Manuel Valdeperez, director del suplemento literario dominical del periódico, Radhamés asumió esa labor.
Por esa condición le entregué un cuento para su publicación, donde relataba el suicidio de un hombre precipitando al mar el vehículo que conducía, después de una noche de orgía con una prostituta.
El personaje rememoraba momentos vividos con la vendedora de caricias, que describí de esta forma: “aún le parecía sentir bajo el suyo aquel vientre, sudoroso y oscilante”.
El sábado que precedió a la publicación, en una reunión celebrada en la casa del periodista Juan José Ayuso, me dijo de improviso Radhamés:
-El cuento suyo sale mañana en el suplemento; solamente le quité los golpes de barriga.