El Secretario de Estado de EUA, Mike R. Pompeo, llamó a Danilo Medina para decirle que se deben preservar las instituciones democráticas, respetar el Estado de Derecho y la Constitución Política.
Palabras duras que sin importar interpretaciones acomodaticias es una clásica intervención en nuestros asuntos internos. Nada nuevo, Washington decide en el Caribe. Como la respuesta oficial será en base a un ejercicio de realismo político para evitar consecuencias mayores, retrocedo en el tiempo para acercar mis lectores a hechos en nuestra historia y en la del Caribe que permitieron a Washington alzarse con el mando único hasta el día de hoy.
Tan temprano como desde su independencia en 1783, enfrentó y desplazó a España, Francia y Holanda del comercio y control de las islas del Caribe. Mantuvo dominio absoluto durante el siglo XIX, las primeras cuatro décadas del siglo XX, en los años de la guerra fría con la Unión Soviética exceptuando la crisis con Cuba y el fracasado intento de Bahía de Cochino. Ahora en lo diplomático lucha con China y Rusia que incursionan en el Caribe procurando controlar comercio, las finanzas y la política. Como ningún dominicano, sin importar lo que cree es ganancia, debería celebrar las palabras de Pompeo, tampoco debe apoyar injerencias de China, Rusia ni de ningún otro país.
Washington comenzó a tener control sobre nuestro comercio exterior a través de un tratado de reciprocidad comercial, su origen es el discurso de Jaime G. Blaime en los primeros años de la década de los ochenta del siglo XIX. Su idea, que Estados Unidos debía controlar la economía y la política en las Islas del Caribe, la aplicó siendo Secretario de Estado en la administración de Benjamins Harrison (1889-1893).
Se lamentaba de que en 1850 y con diligencias del intervencionista William Caznau, sin éxito Estados Unidos intento quedarse con la bahía de Samaná para establecer una base naval y estación carbonera. Fracaso que se repitió en la administración (1869 – 1877) de Ulysses S. Grant.
Aplicando su modelo desde 1891 es como los Estados Unidos se convierte en nuestro principal socio comercial, libre de impuestos importamos la mayoría de los productos agrícolas y bienes manufacturados, el 37% del total, y exportamos productos como azúcar, cuero, melaza, café y otros, equivalentes al 58% de total.
Lo que faltaba era controlar nuestras finanzas públicas y el poder político, Washington lo logra indirectamente con la Santo Domingo Improvement Company en 1893, modelo que fracasa para dar paso al control directo con la creación de la Receptoría de las Aduanas en 1905, se prolonga hasta 1941. Ahora el control es indirecto a través de variables fundamentales para nuestra economía y finanzas.
Por eso digo, sin analizarlas, que Danilo tiene tres posibilidades: a) terminar tranquilo su periodo gubernamental, retirarse a su casa y perder el liderazgo de su Partido. Mi experiencia en política por más de cuarenta años me dice que nadie sigue a quien no tiene presente ni futuro; b) modificar la constitución solo para rehabilitarse; o c) modificarla, además de rehabilitarse, para optar por un tercer periodo.
Washington exige que se aplique la primera. Y yo termino como Julio César, populista marcado por su cercanía al pueblo, al atravesar el Rubicon: la suerte está echada.