Ninguna comunidad haitiana en el exterior supera en dimensión a la que existe en este lado de la isla Hispaniola a la que llegan sus integrantes en tropel irregular hasta el punto de copar plazas laborales en la industria de la construcción y en la agricultura cuyos envalentonados empleadores están aferrados a ellos. Y aunque el gobierno vecino reacciona contra República Dominicana con distorsionadas acusaciones ante la OEA por endurecer con legitimidad restricciones migratorias, lo cierto es que en 2023 Estados Unidos expulsó a más de 200 mil de sus nacionales y en el primer trimestre del 2024 hizo lo mismo con más de 30 mil, reanudando vuelos regulares repletos de ellos hacia Puerto Príncipe en tolerancia cero.
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En las cercanas Bahamas, el patrullaje naval está dirigido casi exclusivamente a interceptar embarcaciones repletas de viajeros que parten de costas haitianas y que no llegan a pisar tierra; y Argentina y Chile aplican incesantes medidas dirigidas a evitar asentamientos haitianos y ya a pocos de ellos se les ocurre viajar lejos si hacia acá siempre han ingresado impunemente superando la capacidad local de integrarlos a más empleos y asistencia social de los que ya tienen. Las únicas maternidades fuera de Haití en las que nacen permanentemente numerosos bebés haitianos están situadas en República Dominicana que no ha negado servicios ginecológicos y de partos a la cercana nación asumiendo un alto costo presupuestal. Poner orden a ese fluir es asunto de seguridad nacional.