Injusticia

Injusticia

Concluidas las celebraciones estacionales, los dominicanos comenzamos a despertar a la cruda realidad energética, y las limitaciones que el espíritu de la Navidad permitió disimular vuelven a manifestarse con crudeza y sin tregua.

Las dificultades entre los interlocutores del mercado eléctrico, que son las mismas de siempre, obligan a replantear fórmulas para tratar de armonizar intereses y establecer pautas que ayuden a disminuir los déficits.

Ha surgido, en ese contexto, la impronta de limitar a un 70% la oferta de energía y de garantizar suministro más o menos estable para aquellos sectores en que las distribuidoras mejoren sus cobros. Es decir, que se suministrará menos energía a los sectores en que menos usuarios paguen y viceversa, lo que podría crear situaciones de injusticia para numerosos abonados del servicio, pues nadie se ha ocupado de hacer lo necesario para que reciban energía quienes la paguen puntualmente.

-II-

Un número considerable de residenciales que otrora eran exclusivos para familias opulentas, de alta solvencia económica, con los años han quedado virtualmente arropados por familias de ingresos limitados, entre las cuales abundan quienes no pagan por la energía eléctrica, y que en muchos casos superan en número a quienes pagan religiosamente.

Lejos de invertir para separar a unos de otros, o de simplemente «cortarle» la luz a quienes no paguen por ella, viene a replantearse ahora la vieja fórmula de la penalización en perjuicio de quienes pagan, pues, para fines de efecto, limitar el suministro de electricidad en función de la capacidad de cobro de las distribuidoras no difiere mucho de los apagones financieros conque se castigaba a justos y pecadores y que se creían práctica superada.

Hasta ahora, todo lo que se plantea implica penalización para quienes pagan el uso de la energía y, en alguna medida, contribuyen para el subsidio que beneficia a los «carenciados».

-III-

Las relaciones entre los interlocutores del mercado energético tienen que desplazarse a términos más justos. El tratamiento injusto hacia quienes pagan la energía no se limita al castigo que se les somete con los apagones, sino que incluye un estilo de facturación que tiene preferencia por el patrón de consumo mientras relega la lectura de contador. Eso, sin pasar por alto que en este país el costo de la energía es excesivo.

Quienes explotan la comercialización de electricidad tienen que hacer las inversiones necesarias para cobrar la energía servida, penalizar a quienes no paguen y respetar los derechos de quienes son puntuales en sus pagos. El Gobierno, vale decir la Superintendencia de Electricidad, está en el deber de proteger las inversiones del sector, pero también de hacer respetar los derechos de los abonados, trazando las pautas necesarias para que haya un trato justo.

Las leyes establecen claramente lo que hay que hacer cuando no se paga lo consumido. En ninguna ley, en ninguna parte, se establece castigo para quienes cumplen sus deberes. Solamente aquí se da el caso de que la injusticia está oficialmente avalada en perjuicio de los usuarios de la electricidad.

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