De Iván Tovar han expresado las mayores ponderaciones y alabanzas, por cierto sin temor a elucubrar… y así estar de concierto con la “cuarta dimensión” que el único gran surrealista nuestro llevó al placer de lo desconocido y sobrenatural, vale decir al clímax estético, onírico y sicológico.
Jean-Michel Goutier lo situó como «pintor del alzamiento, en el sentido insurreccional de la palabra, con una combadura de estilo pocas veces igualada, domador de llamas, amaestrador de fogosidad, alquimista que (…) libera los cuerpos y confunde las mentes”.
Sorpresa y magia
Del mismo modo que Iván Tovar transformó el mundo, la exposición inmersiva “Ivan Tovar, Surrealismo vivo” ha transformado nuestra mirada a los cuadros, a la pintura, a las fotos, atrayendo y divirtiendo a un inmenso público… que disfrutó y a veces aquí descubrió el arte.
Ese efecto de sorpresa y de magia –propios de la creación visual- le llegó a todos, gracias a un enorme trabajo preparativo, una inmensa sensibilidad y altos medios tecnológicos. Nuestro profundo agradecimiento a Héctor José Rizek, a la Fundación Tovar- María Castillo y Daniela Tovar-, y a todo el equipo que entregó su labor y su competencia.
Fue pues una experiencia insólita, y para nosotros incomparable. Sumergidos en la noche, en la oscuridad de un entorno monumental, inundados de imágenes, deslumbrados y dislocados entre techo, módulos, paredes y piso, este fenómeno óptico de luz, color y movimiento nos hizo viajar a otro ambiente, a otra percepción, a otra vitalidad de Iván Tovar. En fin, estamos rodeados de sus obras…que además cambian y se desplazan.
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¿Qué hubiera pensado Iván Tovar?
Hubiera estado sorprendido…aunque, leyendo sus poemas y sus cuadros, dudamos de que algo lo pueda sorprender. ¿Le hubiera gustado ver sus espacios y composiciones en movimiento, sus ramales hipnóticos volverse tentaculares, sus bolas y esferillas convertirse en constelaciones? ¿Estas visiones hubieran penetrado en su mundo interior, le hubieran emocionado o trastornado?
Creemos que sí. Y tal vez, ante alguna foto o pintura de su juventud, se hubiera reído a carcajadas… El habría redescubierto cuadros olvidados y también obras emblemáticas de la madurez, pero sobredimensionadas… sin olvidar fotografías familiares. Otro encanto es el fondo sonoro, muy bien elegido, que parte de piezas clásicas… y llega a populares canciones parisinas.
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Cuando finaliza este espectáculo expositivo o exposición espectacular, sentimos una especie de vértigo y debemos readaptarnos a la realidad banal…
Ahora bien, lo que consideramos ejemplar en esta presentación, es que no ha descuidado la colocación cronológica de la biografía de Iván Tovar, magistralmente desplegada e ilustrada, completando la “embriaguez” sensorial anterior.
Y hay más, en otra sala, podemos disfrutar el video documental, con la participación de distintas personalidades que expresan sus puntos de vista acerca de la obra y la personalidad de Iván Tovar.
Aunque la memoria va a conservar ese “audiovisual” de excepción, la Boutique Iván Tovar permite materializar el recuerdo, con el libro antológico, impresos diversos y accesorios de gusto excelente.
Basta una sola palabra: ¡BRAVO!