Inmigración ilegal: es mejor nada que el proyecto coniano del Congreso

Inmigración ilegal: es mejor nada que el proyecto coniano del Congreso

Comentario Editorial
Si alguna vez hubo un ejemplo claro de los temperamentos contrastantes de la Cámara de Representantes y el Senado, es el agrio debate sobre la inmigración ilegal. Esta semana, los miembros de la cámara reiniciaron un rara gira de verano de “audiencias de campo” populistas sobre los peligros de conceder la “amnistía” a los extranjeros ilegales en Estados Unidos, que se estiman en unos 12 millones. 

Ante las elecciones intermedias de noviembre, los líderes de la cámara se creen que están ganando cuando atacan el proyecto de ley rival del Senado que ofrecería a los extranjeros ilegales una vía que potencialmente los conduciría a la ciudadanía estadounidense. En contraste, el proyecto de ley de la cámara convertiría en delincuentes de mayor cuantía a todos los extranjeros ilegales, y construiría una cerca de 700 millas a todo lo largo de la frontera entre EEUU y México.

Convertir el más alto órgano legislativo de EEUU en una parodia del programa de Jerry Springer es ya bastante negativo. Sin embargo, los líderes de la cámara están manchando algo más que su reputación de personas que desarrollan deliberaciones razonadas. Al vincular la inmigración ilegal -principalmente la de México- con el terrorismo y la seguridad nacional de EEUU están intentando incitar a la xenofobia sobre un tema complejo que merece un tratamiento racional y abarcador.

La campaña por reducir la inmigración ilegal en EEUU a una cuestión del cuidado de la frontera también ha enfrentado a los líderes republicanos de la cámara con el presidente del país. Sobre este tema, George W. Bush ha mostrado de manera consistente su calidad de hombre de Estado. Instintivamente, el señor Bush comprende que convertir en chivos expiatorios a las familias trabajadoras que han arriesgado mucho para ingresar en el mercado laboral norteamericano socava un elemento esencial de la identidad cultural y economía de Estados Unidos.

Tampoco los republicanos de la cámara tienen necesariamente la opinión pública de su parte. Es cierto que la mayoría de los norteamericanos quieren detener la inmigración ilegal, que anda en un flujo cercano a los 500,000 al año. Pero la mayoría de los norteamericanos también respaldan el programa temporal de trabajadores huéspedes que el señor Bush y el Senado han propuesto. Cuando se les presentó en forma precisa, los norteamericanos también apoyaron la propuesta de facilitarle a los extranjeros ilegales una vía para salir de la economía subterránea. Los extranjeros ilegales tendrían que pagar impuestos atrasados e irían hasta el final de la fila de la ciudadanía. Esto pudiera tomarles unos 12 años. Bajo ningún motivo pudiera catalogarse de “amnistía”. Y tampoco afectaría la capacidad de EEUU de combatir a los grupos terroristas.

Lo que falta en el debate es un análisis de las necesidades económicas de EEUU. Hay dos fuertes razones para respaldar una expansión del programa de trabajadores invitados.. Primero, existe la fuerte demanda de los empleadores. Con el desempleo en 4.6%, el influjo ilegal obviamente no ha desplazado a los trabajadores nacidos en EEUU. Segundo, EEUU se enfrentará a un desafío demográfico cuando los “baby-boomers” empiecen a jubilarse en 2008. Este no es el momento para que EEUU se cause heridas por mano propia. Puesto que la cámara está en un estado de ánimo draconiano, sería mejor que el Senado aplazara la reconciliación de ambos proyectos de ley hasta noviembre. Esperemos que entonces los legisladores hayan recuperado el sentido.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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