Inmigración

Inmigración

Inmigración y emigración una pareja que no puede separarse pues el que emigra es inmigrante donde llega. A través de los años siempre han habido grandes movimientos de emigración. En el oeste, de Europa a las Américas, ahora la gran concentración del flujo se ha invertido, aunque la corriente desde Europa no ha cesado del todo.

Europa colonizó, además, muchos países de África y Asia, mantuvo contingentes militares y administrativos durante centenas de años. Consecuencia directa de esos acontecimientos, se establecieron relaciones, dependencias, con los países a los que colonizó, ahora, aquellos países y sus ciudadanos miran a sus colonizadores como una forma lógica de mejorar sus vidas cuando circunstancias extremas obligan a sus ciudadanos a huir de sus patrias. Así emigran los antiguos colonizados.

La emigración sucede, además, cuando los pueblos sojuzgados por dictadores que han encontrado apoyo de los países del primer mundo, se liberan de sus crueles gobernantes. También miran y huyen hacia aquellos países, o, a los que más cerca les quedan, como paso intermedio para seguir su emigración a lugares dónde labrar un futuro más o menos estable. De esta manera se vienen creando enormes problemas de inmigrantes legales e ilegales que ponen una pesada carga en las economías de los receptores.

El problema es extremadamente, humano, complicado y difícil de resolver. Entre los receptores, no sólo están los países más ricos que pueden utilizar la mano de obra o tienen recursos para solventar las necesidades que se generan, sino también, los pobres como la República Dominicana cuyas clases destituidas se hunden aún más en la miseria porque pierden sus fuentes de empleo a manos de personas que están dispuestas a trabajar, por menos dinero, en cualesquiera labores.

Igual sucede frente a catástrofes naturales. Hasta el momento, ningún país, rico o pobre, ha encontrado la forma de manejar las continuadas oleadas de inmigración. En varios países europeos la inmigración alcanza el veinte por ciento de la población; en países como el nuestro, nadie sabe con seguridad cuántos inmigrantes tenemos. Tampoco sabemos qué hacer para contenerla, repelerla u organizarla. No es extraño, pues también los del primer mundo están dando palos a ciegas. Desde luego, que nadie tenga una estrategia de solución que no sea la represión, no es una excusa válida para ninguno.

Represión o súper vigilancia en las fronteras, obstáculos como: cercas, verjas, alambradas, visas, militares, uso de alta tecnología, sólo contribuirán a hacer más difícil el cruce de una frontera pero la desesperación que mueve al emigrante y el gran número de ellos, no predice el éxito de contenerlos de esa forma. Mientras a través de una línea fronteriza exista una marcada diferencia económica, de los niveles de vida, una gran diferencia en las libertades o cualquier otra circunstancia que muestre una gran injusticia, sólo el brutal sojuzgamiento podría aparentar enterrar el asunto. Sin embargo, de esa forma el resultado es necesariamente efímero.

Por otro lado, la mayoría de los emigrantes, lo hacen porque se ven compelidos a decisiones extremas, sus vidas y/o las de sus familias se encuentran en peligro de desaparecer por acciones o represiones violentas provenientes de causas políticas, económicas o físicas. Sin dudas, puestos a decidir entre marchar a un país desconocido o vivir sus vidas en circunstancias normales, los posibles emigrantes preferirían quedarse en sus respectivos lares, acompañados de familiares y amigos de toda la vida; viviendo según ancestrales costumbres.

El ánimo de permanecer en casa, en su patria, en medio de sus familiares y amigos, resulta una gran fuerza para buscar la solución definitiva del problema. Lo lógico sería darle al posible emigrante lo que quiere, a fin de cuentas, no es nada extraordinario, en otras palabras, mejorar las condiciones de vida en los países emisores, reducir las grandes diferencias como manera de desalentar la emigración.

La solución es simple de concebir pero difícil de lograr porque choca con la voracidad humana. Se trata de evitar los desniveles extraordinarios entre los países, si se logra eliminar o reducir  la miseria en los denominados del tercer mundo, la inmigración cesará o por lo menos, disminuirá considerablemente. Todo lo demás es entretenerse en posponer la solución.

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