Inmigrantes y mercado laboral

Inmigrantes y mercado laboral

El progreso de la República Dominicana frente a la pobreza de Haití empuja hacia este lado un abrumador flujo migratorio. Eso ha sido así desde mediados del siglo pasado, cuando la industria azucarera acogía braceros que se radicaban aquí con requisitos mínimos. Ahora esa inmigración es un problema mayúsculo, y el Estado ha tenido que crear pautas para proteger la nacionalidad y proveer medios de regularización de los extranjeros que califiquen.

Sin embargo, al vencer el plazo que otorgó la Ley 169-14, sobre naturalización, es preciso tomar medidas para continuar el proceso de regularización de la presencia de extranjeros. El director de Migración, José Ricardo Taveras, hace una propuesta que creemos juiciosa. Consiste en crear una unidad que involucre a Migración y la Seguridad Social, para que organice el mercado laboral visitando los centros de trabajo para regularizar la estada de todo extranjero que califique, y así tener más control sobre la contratación de indocumentados.

La naturaleza del problema geopolítico y social entre la República Dominicana y Haití nos obliga a actuar de manera que el proceso de regularización sea exitoso, o después el problema será más difícil. Nuestro mercado acoge mano de obra extranjera y atrae gran número de indocumentados. Organizar y depurar el mercado sería una buena forma de aspirar al control necesario.

AUTORIDAD DE EFECTO RETARDADO

Aquí algunas autoridades viven en una inercia que solo se rompe cuando la prensa denuncia alguna anormalidad. Fue así como el Ministerio de Medio Ambiente ordenó detener la depredación de bosques para extracción de materiales en la Cordillera Septentrional. Antes de la publicación, nadie parecía haber notado la ocurrencia. Con la destrucción de expedientes médicos en la demolición del hospital Luis E. Aybar pasó igual: la denuncia periodística sacó a relucir una grave omisión.

Con la remodelación de la Ciudad Colonial ocurrió que tuvo que ocuparse personalmente el Presidente de la República de atender las quejas de comerciantes y residentes de ese sector por los atrasos en los trabajos. Antes de las denuncias, los responsables de las obras estuvieron a paso de tortuga, desastrosamente. ¡Válgame Dios!

Publicaciones Relacionadas