Inocuidad de los alimentos

Inocuidad de los alimentos

La inocuidad de los alimentos no es solamente un elemento de la percepción de confianza del consumidor en el sentido de que los  productos que adquiere no le causarán daño. Junto con las características nutricionales, orgánicas y  comerciales, la inocuidad  completa un cuarteto que es implícito en la garantía de la calidad de los alimentos para  consumo humano. En el mundo moderno esta condición no es elegible,  sino una obligación básica.

Aunque el país se esfuerza por cumplir las reglas de inocuidad para con el mercado internacional, sobre todo bajo las estipulaciones de los tratados de libre comercio, no se tiene seguridad de que haya el mismo celo para con el mercado interno. No hay un monitoreo sobre presencia de trazas de agroquímicos en los alimentos que van al consumidor local. No está demostrado que haya real garantía de inocuidad.

Es preciso que las autoridades agrícolas y sanitarias actualicen sus procedimientos en lo que concierne a la inocuidad de los alimentos que consume la población. De manera aleatoria se deben analizar  muestras de alimentos para comprobar qué tan inocuos llegan al consumidor interno. Hay que hacerlo con el mismo celo que se  hace para productos destinados a otros países. La inocuidad también hay que garantizarla hacia dentro.

Intercambio no fusilamiento sí

En el desenlace del secuestro de Eduardo Baldera Gómez hubo fusilamiento, no intercambio de disparos, como afirmó la Policía a raíz del hecho. La conclusión es de la comisión que investigó las circunstancias en que murieron Cecilio Díaz y William de Jesús Batista, dos de los acusados del plagio. La comisión ha recomendado sometimiento judicial para   un teniente coronel de la Policía, dos mayores, dos segundos tenientes y un alférez de fragata, que deberán responder por la ejecución y el falso testimonio dado en principio sobre las circunstancias de las muertes.

 El resultado de esta investigación debe servir para despertar el celo del Ministerio Público ante cada suceso en que presuntos delincuentes sean muertos por policías bajo el desmeritado argumento de “intercambio de disparos”.  Las muertes en circunstancias de este tipo no deben quedar amparadas únicamente en  la versión de parte interesada. Ahora que la Justicia haga su trabajo.

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