Inocuidad de los alimentos

Inocuidad de los alimentos

Un Estado debe velar porque sus súbditos reciban alimentos en cantidad suficiente. En ese aspecto, nuestro país tiene una situación aceptable, pues los niveles de producción y los canales de abastecimiento permiten cubrir buena parte de las necesidades. Hay seguridad alimentaria en términos de volúmenes de renglones alimenticios básicos, aunque la especulación comercial atenta contra el poder adquisitivo de la familia.

Pero un Estado también debe ocuparse de proveer medios para que haya seguridad alimentaria en términos cualitativos, y en este aspecto radica el mérito de un proyecto puesto en marcha con auspicios del Ministerio de Economía y el Gobierno de los Estados Unidos. El proyecto piloto de trazabilidad permitirá dar seguimiento a los procesos a que son sometidos los alimentos de origen agropecuario y certificar su calidad y aptitud para el consumo humano.

Hace poco este diario publicó un reportaje sobre las pésimas condiciones de higiene conque se manejan las carnes destinadas a consumo humano. Aparte del manejo inadecuado para el expendio, esas carnes son sometidas a procesos de cuya calidad sanitaria nadie tiene pleno conocimiento. Lo mismo hay que decir de sus productos derivados destinados a consumo humano. La   trazabilidad permitiría despejar muchas incógnitas sanitarias.

Una operación de suma y resta

Los resultados de la encuesta “Dinámica del trabajo infantil en la República Dominicana”, divulgados este lunes por el Ministerio de Trabajo, indican que en el país hay 304,062 niños y adolescentes integrados a la producción económica y que de ese número, 212,000 realizan labores peligrosas. El resultado refleja progresos relativo en los esfuerzos por disminuir el trabajo infantil, pues apunta un descenso de 14 por ciento en la última década.

Sin embargo, continúa siendo alto y preocupante el número de menores integrados prematuramente a las labores productivas y esto obliga a insistir en que debemos enfatizar en políticas sociales contra este problema.

Una simple ecuación nos indica que cada niño integrado al trabajo es un número que se resta de los que asisten a la escuela a adquirir los conocimientos necesarios para luego ingresar al trabajo.

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