Inoperancia de los funcionarios

Inoperancia de los funcionarios

Resulta lamentable de cómo el Gobierno, con menos de cien días en su nueva administración, da muestra de un envejecimiento prematuro, de tal naturaleza, que los problemas se le acumulan, y cuando se defienden, atacan y se enredan en un lenguaje inaudito para personas que sirven al Estado.

En estos días de ausencia presidencial el país está envolviéndose en conflictos, que bajo la excusa de exigir la construcción de obras, o que acaben los apagones, o el restablecimiento del agua potable, mantienen enardecidas a muchas comunidades, mientras las autoridades no atinan a buscar soluciones o entendimientos con los sectores que acicateados por los políticos de la oposición, los tienen arrinconados.

Ya esas protestas han alcanzado temibles proporciones, como es la de interrumpir el libre tránsito por las carreteras, como ocurrió el pasado viernes en las cercanías de Villa Altagracia, que ya como una costumbre consideran sus moradores que esa es la mejor vía de hacerse sentir para que los funcionarios los atiendan, como ocurrió con San Francisco de Macorís, en donde unas explosivas y peligrosas protestas los obligaron acudir a reiniciar las obras y resolver las promesas incumplidas en la vorágine de la reelección.

Mientras, cada día vemos a los funcionarios fallar en atender sus obligaciones. Y eso que tenemos más de 50 secretarios de Estado y unos 320 subsecretarios, en violación de las leyes que le dieron vida a esas dependencias oficiales. Y aquí no ha pasado nada con tantos funcionarios que ni un cubil tienen para armar sus estrategias de verse con un cargo de funcionario en una hipertrofiada maquinaria estatal.

La costumbre de la actual administración es dejar que los problemas se les agraven y de repente verse con una tremenda carga que cada vez necesita más dinero para enfrentarlos y aplacar el descontento popular. Así vemos al gobierno temeroso de enfrentar a los dueños del país como los define el director de El Nacional, ya que cada semana protagonizan nuevas protestas y marchas en demanda de que, en primer lugar, se les condone la deuda con Banreservas, y en segundo lugar, chantajear para que los inserten en las operaciones del Metro y los conviertan en proyecto fallido con el caos que llevarían a sus operaciones, si en un momento de debilidad política se considera otorgarle las rutas de alimentación a ese moderno sistema masivo de transporte, que iniciará sus operaciones comerciales el próximo mes.

Existe un elevado grado de pesimismo, que tan solo se mitiga por la decorosa y admirable acción económica y financiera, que liderado por el Banco Central en los pasados cuatro años, supo rescatar al país del  azaroso derrotero que se había enrumbado en los primeros cuatros años del siglo XXI.

No hay dudas, para que un funcionario funcione en esta administración, que dentro de 20 días cumplirá los cien días de su segunda gestión del presente siglo, deberán tener una fuerte sacudida que los espabile por parte de la ciudadanía para ver si tienen capacidad, dejando de lado sus planes políticos y del buen vivir para que al menos en su supernumeraria maquinaria burocrática logren disipar el descontento popular, que si bien tiene sus raíces en una hábil agitación de las fuerzas opositoras, no es menos cierto que hay demasiadas razones muy valederas para protestar por la insensibilidad de los funcionarios para con los gobernados.

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