Inoperancia de los funcionarios
El Gobierno muestra un envejecimiento prematuro como si nada ocurriera

<STRONG>Inoperancia de los funcionarios<BR></STRONG>El Gobierno muestra un envejecimiento prematuro como si nada ocurriera

Uno de los grandes males que arrastramos por largos años como pesada cola que parece no permitir un paso más acelerado y firme, es la tendencia sobre todo desde las áreas de poder a buscar chivos expiatorios para tratar de justificar los males que padecemos en todas las esferas. La tendencia permanente a echarles la culpa a otros. Cuando surgen problemas o explotan denuncias, casi siempre aparece alguien hablando o profetizando, para servir como fieles servidores, de paraguas o pararrayos capaces de desviar el peso de lo que caiga, evitando además confundir y distraer.

Siempre los culpables son otros. Se crean incluso figuras abstractas para evitar detectar las huellas o rastros de los responsables. Cuando no fueron los gobiernos anteriores, son los sindicalistas, la oposición, la crisis internacional o cualquier otra figura de la imaginación novelesca de los defensores de la situación.

Cuando lo que se denuncia crean verdaderos escándalos, entonces se habla de profilaxis, de limpieza, de moralización, de falta de recursos, de diálogo o concertación. De lo que sea, pero que al fin y al cabo, desvíe la atención pública de lo que esté ocurriendo, para que no se llegue al fondo.

Y eso ha ocurrido aquí con casi todas las instituciones públicas, porque los escándalos privados cuentan con presupuestos y mecanismos especiales que de cualquier forma logran silenciar posibles consecuencias. Y no es que en el público no suceda igual, lógico que ocurre, porque somos un país donde el gobierno tiene ingerencia en todo, pero gracias a Dios, todavía hay gente capaz de hablar y denunciar o de romper silencios concertados.

Solo hay que echar una ojeada a los medios o a la memoria. Aquí ha ocurrido de todo, pero muy pocos casos han sido ejemplarizados. Todo se queda en el camino, siempre hay padrinos, encubrimiento, apañamiento, componendas o alianzas que de cualquier forma terminan justificando o dejando que el polvo cubra los expedientes.

Denuncias van y promesas de cumplimiento estricto de la ley vienen. Y así pasa el tiempo, todos esperando que algún día, algo que se prometa se cumpla, sea con las drogas, el lavado, la corrupción, los crímenes, arenas de los ríos, desayuno escolar, desvíos de fondos, nóminas inexistentes, disminución de gastos, abultamiento de nóminas, transparencia, justicia, electricidad, etc.

Al fin y al cabo, siempre aparece alguien que lo justifica, alegando que hace falta más presupuesto, que se están tomando las medidas correctivas, que esto y que lo otro, pero solo esperando que aparezca otra noticia que saque la presente del atolladero o que la lleve al zafacón del olvido.

Es fundamental y necesario reflexionar al respecto. Analizar con profundidad los graves daños, especialmente morales que se le ocasiona a la sociedad, que va perdiendo la fe en sus instituciones y que al mismo tiempo ve cómo algunos personajes, con solo servir de puente, agenciar favores, brincar de un lado a otro o corromper voluntades, viven como si nada ocurriera.

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