Inseguridad

Inseguridad

Una salida desafortunada de algunas autoridades, cuando se habla del estado de inseguridad predominante en nuestro país, es la de responder con comparaciones para tratar de convencernos de que es peor la situación en otros países vecinos.

A ninguna de estas autoridades se le ocurre comparar nuestro estado actual de inseguridad con el de otras épocas en que, literalmente, podíamos dormir con las puertas abiertas. Y al no hacerlo así, no se preocupan por intentar restablecer condiciones de años anteriores.

Esta forma de reaccionar nos está colocando ante el riesgo, cada vez mayor, de que la inseguridad llegue a obstaculizar nuestros planes por captar mayores inversiones del exterior y conquistar más turismo.

Y parece llegado el momento en que la inseguridad ciudadana debida a la violencia criminal y la delincuencia empiece a surtir efectos altamente preocupantes y riesgosos.

-II-

Algunas zonas del país en las cuales se han registrado casos escandalosos de criminalidad, como ha pasado en Bonao, donde nada menos que policías han sido autores de horrendos crímenes, han empezado a perder atractivo para potenciales inversionistas o turistas interesados en radicarse en ellas.

Se ha dicho que dominicanos residentes en el exterior y que tienen alguna holgura económica apresuran gestiones para tratar de sacar de esos lugares a sus familiares más cercanos, temerosos de que en algún momento puedan ser víctimas de la criminalidad.

Estamos hablando de que la frecuencia de crímenes, asaltos, homicidios, tragedias por causa de balas perdidas y el cada vez más frecuente involucramiento de gente de uniforme en actos reñidos con la ley, está minando la confianza de dominicanos y extranjeros.

-III-

Quienes prefieran interpretar que exageramos, en vez de alarmarse por la situación, deberían preguntarse cuál puede ser la sensación que deje en un potencial inversionista el hecho de que una proporción demasiado alta de personas involucradas en crímenes y delitos son reincidentes que en muchos casos no llegaron a cumplir totalmente las condenas que les fueron impuestas por delitos o crímenes anteriores.

Aquí hay que tomar conciencia de que la seguridad ciudadana tiene que estar entre las más altas prioridades del Gobierno, no sólo por medio de «Barrio seguro» y otras modalidades, sino fundamentalmente mediante el diseño de estrategias que permitan atacar la médula de nuestra descomposición social.

Mientras se coexista sin reparos con el microtráfico de drogas, se premie la corrupción con la impunidad y se incurra en imprecisiones que beneficien a los acusados de crímenes, estaremos agravando el estado de inseguridad ciudadana y ahuyentando el progreso.

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