Inseguridad alcanza policías de Guachupita

Inseguridad alcanza policías de Guachupita

POR GERMAN MARTE
La inseguridad y el miedo que arropa al barrio de Guachupita, tras los tiroteos del lunes que costaron la vida a dos jóvenes y heridas a un número indeterminado de personas, llega hasta la misma puerta del destacamento de la Policía, que sólo cuenta con seis agentes.

El escaso personal tiene que prestar servicio en Guachupita y La Ciénaga, lo cual es considerado «insuficiente» hasta por los propios uniformados. Además, hay un supervisor y un comandante.

Por eso no es casual que la Policía no supiera con exactitud el número de muertos ni heridos durante los enfrentamientos del pasado lunes, dijo un vecino, «es que ellos no vienen por aquí». El destacamento está en el mismo centro del barrio, al final de la calle Manuela Diez esquina avenida Francisco Del Rosario Sánchez.

Los agentes no salen patrullar de noche por temor a ser agredidos a tiros desde alguno de los edificios, desde donde, según vecinos, no es raro que les disparen a los policías.

Con frecuencia «llueven piedras» sobre el destacamento de Guachupita, cuya dotación sólo es reforzada cuando hay que reprimir a manifestantes cuando hay protestas populares o cuando hay muertos, como ahora.

«Ayer mismo nos entraron a pedrá», dijo un agente.

En Guachupita hay lugares como «Jarro Sucio» adonde los agentes no se atreven a entrar, allí mandan los tígueres que están mejor armados y mejor montados que los policías, dijo una señora. Y a La Ciénaga, para una patrulla bajar de noche tiene que ser una cosa muy grande, añadió.

La impotencia y el miedo de la Policía, y según algunos también la complicidad, deja indefenso a los moradores de este populoso sector, algunso de los cuales denunciaron a HOY que se sienten «como en Irak», por la cantidad de disparos que se escuchan de noche.

Hasta los negocios del sector se han visto afectado por la ola de violencia que se ha desatado en el sector por los enfrentamientos entre bandas o naciones llamadas Los 42 y Los Kings.

Precisamente, la ola de violencia que actualmente azota al barrio comenzó con la muerte de «Leonel» un miembro de la banda denominada Los 42 que encabeza Leonardo Beras, según afirmaciones de los vecinos.

LA MUERTE DE RAMIRITO

Fueron miembros de la banda de Los 42 quienes mataron a Eduardo Tejeda Martínez, «Ramirito», un joven albañil de 24 años, y padre de dos niños.

«Ellos tuvieron un problema por ahí por Los Pinos, y por ahí estaba mi hermano, pero no tenía nada que ver con eso, y Leonardo, apellido Beras, le dio un tiro en la frente y lo mató», afirmó Domingo Tejeda Martínez, hermano de la víctima.

Indicó que el hecho ocurrió el lunes en horas de la tarde en la zona llamada «Jarro Sucio» cerca del puente seco que divide Guachupita de Los Guandules.

Después de eso la banda de Los 42 salió en un carro salió por el barrio y andaba «tirando a lo loco».

«Mi hermano estaba jugando dominó y le dijo dejen eso, y le dieron un tiro en la frente», dijo Martínez 

Con la tristeza en el rostro y la impotencia reflejada en su voz, Martínez clamó por justicia y demandó castigo para los culpables de la muerte de su hermano, pero lo dijo sin convicción, como quien no está seguro. Dijo que después de la muerte de su hermano la familia ha tenido que abandonar su vivienda de noche, porque Los 42 han amenazado con volver al barrio y seguir matando gente.

Hasta el momento, ni siquiera los agentes de homicidio ha visitado a los familiares de Martínez, «hasta ahora no ha venido nadie», se queja Martínez.

Juana Pérez, vecina de una de las víctimas pidió al jefe de la Policía que frene la delincuencia imperante en el barrio.

«Cuando esas bandas se enfrentan a tiros y uno tiene que salir corriendo, y cuando uno va al destacamento a poner la denuncia lo que te dicen es enséñennos los delincuentes para agarrarlos, esos no hacen na`», expresó Pérez.

Añadió que cuando hay choques armados entre bandas, la Policía lo único que dice es «nos quitan ese peso de arriba, ellos mismos se están matando uno con otros», «y si la gente los llama para que vengan dicen: y es fácil?»

Mientras tanto, personas como Johanna Rossó madre de Joanny Rossó, una de las heridas se sienten desprotegidas y reclaman a las autoridades una mayor protección.

«Aquí no se sabe lo que está pasando, no se sabe, de noche eso es mucho tiro, mucho tiro», expresó una señora llamada Luz, una comerciante que se queja porque ahora tiene que cerrar su negocio de venta de comida a las siete de la noche.

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