Inseguridad ciudadana

Inseguridad ciudadana

La palabra sirve para ser usada de tal modo que, en muchas ocasiones, se nos quiere hacer creer que es lo mismo maniobrar que obrar maní, y no lo es.
Me refiero a la inseguridad ciudadana puesta de moda en el lenguaje de políticos y científicos sociales, pese a que no hay acuerdo, no hay consenso sobre el significado de la inseguridad ciudadana.
De manera interesada se tergiversa el significado y se desvía hacia la diversidad, la extensión, de la criminalidad, que ahora afecta a todos en cualquier lugar, en cualquier momento, bajo cualquier circunstancia.
Esa tergiversación no es casual, es fruto de inteligentes mentes que necesitan que, con la desviación, el pueblo no se percate del verdadero y más profundo y cierto significado y origen de la inseguridad ciudadana.
La falta de equilibrio en la sociedad es causa de indecibles y diversos problemas que, en ocasiones, se convierten en insolubles.
La inseguridad ciudadana no es, nada más, la falta de acción de la autoridad encargada de la prevención del delito. El delito no se previene, nada más, con la acción de la policía y los cuerpos de represión. El delito se previene también cuando el ejemplo que da la autoridad es moralmente correcto.
Se previene el delito, cuando el cura actúa correctamente, cuando cumple con su misión y siempre ejerce su ministerio dentro de lo establecido en los Diez Mandamientos, cuando el médico ejerce su profesión con sentido humano, cuando la autoridad se ejerce con respeto a la ley, la moral y las buenas costumbres, cuando el maestro se convierte en el ejemplo de conducta que sus alumnos deben imitar, cuando el padre respete a la madre y la madre respete a el padre, en fin, cuando se actúa correctamente.
La falta de equilibrio social es fruto de la desconfianza en la administración de justicia, cuando el pueblo sabe que la administración de la ley se usa para dañar y no se usa para beneficio del bien común.
Es ahí donde radica el mal que se conoce como inseguridad ciudadana que va mucho más allá del aumento incesante de robos, atracos, asaltos, asesinatos, en la desconfianza popular en los mecanismos establecidos que sólo funcionan para beneficio de unos pocos en perjuicio de los más.
La inseguridad ciudadana comienza en la inseguridad jurídica que rompe todos los frenos y da paso al desorden, al abuso, al irrespeto, a la falta de equilibrio y confianza con que las instituciones públicas deben actuar para beneficio del bien común.
Sin ánimo de menospreciar a los nuevos designados en la Suprema Corte de Justicia siento que se aumenta la inseguridad ciudadana con jueces que ven la vida con anteojos de tuertos, en favor de un partido, de un grupo.

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