Inseguridad/pánico

Inseguridad/pánico

JOSÉ LOIS MALKUN
A finales del año pasado publiqué un artículo sobre la Seguridad Ciudadana, donde me refería a las experiencias contadas por unos 16 invitados a una reunión social. Concluía diciendo lo siguiente, cito “O sea que de 16 personas presentes en esta reunión social, 9 habían sufrido, de una forma u otra, asaltos y robos en la calle o en sus residencias en los últimos meses”. Cierro la cita.

Seis meses después de esta publicación, la situación ha empeorado de forma alarmante. Puede asegurar que cuando se trata el tema de la inseguridad en cualquier lugar y circunstancia, ocho de cada diez personas dicen que han sufrido algún tipo de acto delincuencial y algunos graves como el secuestro o el intento de secuestro. La prensa, que apenas se hace eco de este maremoto delincuencial, ya está saturada de noticias sobre crímenes, secuestros y robos. Haga usted el ejercicio.

Si proyectamos el crecimiento geométrico de la delincuencia de los pasados seis meses, podemos concluir que antes de diciembre de este año, estaríamos entre los países más inseguros del mundo. Y esto es sumamente grave cuando lo único que nos queda como sector dinámico de la economía y mayor generador de divisas, es el turismo.

La delincuencia está arropando la vida de los ciudadanos.

Es parte del quehacer diario. Las mujeres se preocupan cuando salen a la calle manejando solas, especialmente si van con sus hijos. Agarran sus carteras como si estuvieran protegiendo un tesoro. Casi no sacan sus prendas o joyas para no ser víctimas seguras de los atracadores. A los hombres les pasa lo mismo, sin importar que sean “come gente” o estén armados. A estos los matan más rápido.

Los motoristas son una plaga. Se producen miles de atracos diarios utilizando este versátil medio de transporte. El 90% no es reportado a las autoridades. Cuando a usted se le para un motorista al lado, se pone chivo y de inmediato se mantiene en alerta por si acaso.

De los secuestros ni hablar. Lo que antes eran hechos circunstanciales, son hoy una rutina. Pero nadie toca el tema y muy pocos casos se reportan.

Algo extraño está ocurriendo con esa plaga delincuencial. Muchos delitos lo cometen empleados de la misma empresa o del entorno cercano del agraviado. También están involucrados muchos guardias de seguridad privado y por supuestos miembros de la policía y militares. O sea, son gente que recibe un salario, lo que de por si es un privilegio en este país. De manera que los delincuentes, ya no son únicamente desempleados, gente socialmente marginadas o deportados de Estados Unido, sino personas con empleos y algunos de cuello blanco. ¿Será que la impunidad es un buen argumento para cometer fechorías?

El dominicano vive en este momento una especie de terror y de pánico. El país, que se enorgullecía de ver gente caminando por sus calles a cualquier hora de la noche sin ningún peligro, se convierte rápidamente en una selva tropical peligrosísima hasta para los que están sentados en la puerta de su casa.

Y uno se pregunta lo siguiente: Si la economía está creciendo y las autoridades hablan maravillas de cómo encauzan al país, ¿qué está generando esta mortal epidemia delincuencial? O nos están engañando vulgarmente con todo lo que dicen o algo se está tramando para crear desasosiego. Obviamente el tráfico y consumo de drogas también ha crecido mucho y es parte del problema. Porque sinceramente, tiene que haber una explicación lógica para que esta epidemia se extienda a niveles nunca antes visto.

No hay dudas de que a pesar de la cacareada estabilidad macroeconómica alcanzada, el desempleo en este país ha crecido demasiado rápido en los últimos dos años. Y eso es producto de la misma política económica, que ha mantenido una fuerte apreciación de la tasa de cambio que impacta negativamente en los sectores más competitivos que teníamos.

Y para muestra un botón. La Región Norte, encabezada por

Santiago de los Caballeros, ha sido una de las más golpeadas por esta ola delincuencial. Pero es ahí precisamente donde mayor cantidad de empleos se han perdido por el cierre de muchas empresas de zona franca y fuera de zona franca. Y sin el RD-CAFTA, el desempleo abierto arropará muy pronto a todo el Cibao y se extenderá como pólvora al resto del país.

Pero este artículo, por sus limitaciones, no pretende analizar con profundidad las causas del problema porque son varias y se entrelazan. Ni ofrecer soluciones porque ya lo hicimos en nuestro anterior artículo sobre el tema. Lo único que pretendo ahora es advertirles a las autoridades que de no frenarse esta tendencia rápidamente, podríamos llegar a la siguiente etapa, que una especie de terrorismo delincuencial o narcoterrorismo, sin ideología propia pero tan mortal como el más radical de los terrorismos. Y de ahí al caos hay solo un paso.

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