Insensibilidad

Insensibilidad<BR>

Los altos niveles de ambición, de egoísmo y, sobre todo, de maldad, que se vive en nuestra sociedad, están haciendo de muchos dominicanos un ser cada vez más indiferente, violento, inhumano y muy poco dado a darse a atender al prójimo.

En las calles de nuestras ciudades no hay precaución, atención ni organización para el anciano, para el minusválido o para el niño  que camina despacio y desprovisto de seguridad.

La falta de sensibilidad es evidente en muchas de las instituciones que deben caracterizarse por el amor, el cuidado y la expresión de estímulo.

Visitar o tener que ir a un hospital es la mejor demostración de hasta dónde hemos venido descendiendo en nuestro trato hacia los demás.

Desde el personal común de servicio en las instituciones públicas hasta los funcionarios de mayor rango, todo lo que uno ve es prepotencia, altanería, fastuosidad y una gran indiferencia.

Es como si el otro no valiera ni mereciera nada.

Hace poco vi a una madre llorar de impotencia en uno de nuestros centros públicos de atención a la niñez al ver la dureza con que una enfermera le contestó por pedirle en su desesperación que limpiara la herida de su pequeño.

Hay muchos líderes de opinión reproduciendo  esta misma conducta al hablar por los medios con vanidad, con tosquedad, con maltrato y con mucha violencia.

El tipo de carácter que se impone en la sociedad es uno de poder, de fuerza y de mucha grandeza.

La Biblia enseña que una sociedad sana es aquella donde prima el amor al prójimo, el cuidado a los débiles, el respeto a todos, la humildad y el gran deseo de servir y de ayudar a todos los que sufren y que requieren de nuestra fuerza y capacidad para ser felices.

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