Insensibilidad y posibilidades

Insensibilidad y posibilidades

JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
Es que siempre hemos estado mal. Carentes, faltos, desprovistos, desabastecidos. Se ha tratado de una situación que, a fuer de antigua, de eterna, no ha permitido que se forme el filo de la sensibilidad sino el embotamiento de la percepción consuetudinaria tanto en los dominicanos como en los nacidos en estos países subdesarrollados, utilizados en su tiempo por los conquistadores de acento diverso y abandonados cuando no convenían, cuando el balance de problemas era mayor que el de los beneficios.

El caso de Haití es, sin dudas, el más patético. Con la penetración francesa en 1626 permitida por España y reconocida como asentamiento francés en 1697 mediante el tratado de Ryswick, (extendido posteriormente por el tratado de Basilea en 1795), Haití cayó en ser más conflicto que “joya en la corona de las colonias francesas” como había sido.

Santo Domingo también caía en el mismo desinterés por parte de España, que tenía muchos problemas. En realidad los dominicanos de 1844 actuaron como antes los españoles, cuando los franceses de Napoleón Bonaparte se apoderaron de España y un hermano del Emperador fue nombrado rey de España con el nombre de José II (apodado por el pueblo como “Pepe Botella”). No la nobleza hispana sino el pueblo, no aceptó la humillación de cruzarse de brazos ante los invasores, y al provocar el levantamiento del 2 de mayo de 1808 en Madrid, da la señal para una sublevación que abarca el país.

Lord Byron en su obra “La Peregrinación de Childe Harold”, escribe: “Tales son los hijos de España y tan singular su suerte, que luchan por su libertad los que nunca fueron libres, y un pueblo sin rey se bate por un Estado sin fibra”.

Aquí, los dominicanos, el pueblo dominicano, ha enfrentado dictadores y presidentes dictatoriales, crueles o irresponsables, incapaces o dueños de astuta e ilimitada ambición.

Constituimos un pueblo paciente, hasta el punto de que no pocos extranjeros radicados aquí manifiestan su asombro por la aceptación de abusos estatales contra la población.

Impuestos absurdos, que en lugar de incrementar los ingresos gubernamentales los disminuyen.

¿Es que los “expertos en economía” no están enterados de las experiencias en otros países?

Uno lee o escucha los consejos saludables de expertos que son invitados a centros de alto nivel y se asombra de que sus recomendaciones no sean tomadas en cuenta. ¿Para qué invitarlos?

Tenemos por delante el formidable desarrollo de países orientales que hace poquísimo tiempo estaban en la miseria y hoy son potencias que siguen creciendo a fuerza de inversión en la educación, respetuosa sistematización del ascenso cultural y rígida aplicación de las leyes.

Sabemos que en los mismos Estados Unidos, los niveles delincuenciales son más bajos en los Estados en los cuales existe mayor inversión educativa.

En protección social, en atención a la gente.

Aquí, una nutrición saludable es inalcanzable para las grandes masas. La adquisición de medicamentos de obligatorio uso está por las nubes…nubes de Valencia u otro lugar lejano. Los alquileres de viviendas ya están pensados en dólares, que aunque la gestión Fernández ha logrado mantener en torno a los treinta pesos por dólar aún resulta ser algo absurdo, a menos que usted sea narcotraficante, ladrón con permiso oficial, contrabandista, o pertenezca al escaso grupo de poderosos comerciantes que se desviven trabajando con cerebro y músculo.

No pierdo las esperanzas.

Si fuimos los primeros en el Nuevo Continente, con la primera ciudad, la primera calle, la primera Catedral, la primera Universidad, el primer Cabildo…¿por qué no empecinarnos en ser los primeros en organizarnos como otros pequeños países de diversas latitudes? Con éxito y paz laboriosa.

¿Qué no somos suizos? Ya lo sé. Fue una excusa ineducativa de Trujillo.

Pero ¿lo son los taiwaneses, los coreanos y demás que evolucionan?

Evolucionan con el esfuerzo justamente premiado y el crimen justamente castigado.

Pero el pueblo tiene que participar activamente. Ya escribía Ortega y Gasset: “En España lo ha hecho todo ´el pueblo´ y lo que no ha hecho el ´pueblo´ se ha quedado sin hacer”.

Nos corresponde a todos despertar y levantarnos hacia paz y progreso.

Ya decía un viejo general de montonera: “Pá con jambre no é pá”.

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