Insisten hubo racismo en Nueva Orleans

Insisten hubo racismo en Nueva Orleans

WASHINGTON (EFE).- A medida que avanza la reconstrucción de la zona devastada por el huracán Katrina y se empiezan a sacar conclusiones, crece el que ya era un debate muy polémico en EEUU y que ahora amenaza con agravarse, el del racismo y la pobreza.

   El hecho de que la inmensa mayoría de las víctimas de esta catástrofe hayan sido negros, y encima pobres, ha provocado una oleada de críticas al Gobierno, en el sentido de que no se dio mucha prisa en acudir en su ayuda por cuestiones racistas.    La Casa Blanca y el propio presidente de EEUU, George W. Bush, han salido al paso de estas acusaciones asegurando que son absurdas y que, tal y como dijo ayer el gobernante, «el huracán no discriminó como tampoco habrá discriminación en la recuperación» de la zona.

   El presidente ha vuelto hoy a la carga y, aunque no se refirió al problema del racismo, sí admitió que hubo fallos y problemas, y aseguró que él mismo se encargará de averiguar lo que pasó.

   «Asumo la responsabilidad» y «quiero saber lo que se hizo bien y lo que se hizo mal», dijo Bush tras entrevistarse con su colega de Irak, Yalal Talabani.

   Sus palabras y las de otros miembros de su Gabinete no están convenciendo a algunos responsables demócratas que ya han comenzado a atacar las políticas del Gobierno que supuestamente se dirigen a combatir la creciente pobreza en EEUU y su desinterés para con las minorías.

   El único negro miembro del Senado, el demócrata Barack Obama, no ha llegado a tildar de racista la actuación del Gobierno pero sí ha dicho que quienes se hicieron cargo de la crisis inicialmente no tenían ni idea de la realidad de la zona.

   Y eso, -añadió Obama en declaraciones a la cadena de televisión ABC-, «creo que tiene que ver con la indiferencia histórica, por parte del Gobierno, hacia las dificultades» de los afroamericanos.

   En su opinión, «la indiferencia pasiva es tan mala como la maldad activa».

   Las sospechas del senador demócrata y, en general, las de quienes tachan al Ejecutivo de racista han sido desechadas de forma muy tajante por el entorno de Bush, incluso por su esposa, la primera dama Laura Bush, quien las calificó de «asquerosas».

   La única negra del gabinete, la secretaria de Estado Condoleezza Rice, ya las rechazó hace días asegurando que no tienen ningún sentido en un país que definió como ejemplo de diversidad étnica y hoy, en una entrevista con el diario «The New York Times», ha vuelto a salir en defensa del presidente.

   Para Rice, son muy «perniciosas» las críticas de quienes dicen que Bush no se dio prisa en ayudar a las víctimas de esta tragedia porque eran de raza negra y pobres.

   No obstante, la secretaria de Estado ha reconocido que desde hace tiempo ha habido muchas injusticias con la población afroamericana y que «sí, tenemos un problema cuando la raza y la pobreza se juntan» pero lo que ha pasado ahora, añadió, «nos da una oportunidad» de encararlo.

   Las cifras oficiales dan parte de razón a quienes se temen que hay algo de cierto en que al Gobierno le importan menos los negros y los pobres.

   Sólo un día después de que Katrina arrasase el golfo de México, el 29 de agosto, la Oficina del Censo publicaba un informe según el cual el número de pobres en EEUU aumentó hasta los 37 millones de personas en 2004, un 12,7 por ciento del total de la población.

   Es el cuarto incremento anual consecutivo y, entre los sectores de población más afectados figuran los afroamericanos.

   Las encuestas también han sacado a relucir los temores de que el racismo haya podido influir en la tardía respuesta de Washington al huracán Katrina.

   Seis de cada diez afroamericanos están convencidos de que el color de las víctimas jugó un papel fundamental en la reacción del Gobierno, según una encuesta de la firma Gallup realizada entre los pasados 8 y 11 de septiembre y publicada hoy. 

   Sin embargo, el mismo sondeo indica que nueve de cada diez blancos rechazan esa posibilidad.

   Las diferencias entre los dos grupos son manifiestas también a la hora de valorar el trabajo de Bush, ya que el 51 por ciento de los blancos aprueba su gestión, frente a sólo el 14 por ciento de los afroamericanos.

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