Insistiendo

Insistiendo

Cada vez más, amplios sectores del país claman por la construcción de una alternativa u opción política alrededor de la cual pueda construirse una nueva mayoría ciudadana que concite la fuerza necesaria para cambiar el rumbo fatal que le han impuesto al país.

Es posible que alrededor de este concepto exista unanimidad entre intelectuales, comunicadores, sacerdotes, profesores, maestros, dirigentes y militantes políticos y sociales; en fin, entre todas y todos los que en una forma u otra contribuimos a formar opinión pública desde la perspectiva de servir al país y a su pueblo.

Pero resulta que todo ciudadano o ciudadana a quien la vida  ha colocado en la posición privilegiada de contribuir, aunque sea mínimamente, a formar en la sociedad lo que se denomina “opinión pública”, tiene que darse cuenta de la responsabilidad social que ello implica y que con sus actos y palabras puede enaltecer su rol social, o por el contrario, ser uno más en el montón de aquellos y aquellas que contribuyen a confundir, o incluso envilecer, a sus ciudadanos.

Es duro lo que estoy afirmando, pero resulta que nuestro país atraviesa hoy, posiblemente, por la situación más difícil de las últimas décadas. Si continuamos como vamos, en dos o tres lustros los graves problemas y dilemas actuales se habrán multiplicado, y quizás tenga la sociedad que aceptar medidas profilácticas en extremo inconvenientes.

Y uno de los tantos problemas sobre los cuales tenemos que fijar posición quienes ejercemos la función, y el privilegio, de formar “opinión pública” lo es el relacionado a la necesidad imperiosa de construir alternativas políticas y canales por donde puedan fluir los cambios necesarios que requiere nuestro país.

Ello nos lleva directamente a la cuestión del bi-partidismo. El existente hoy en el país conduce a la sociedad a elegir permanentemente, cuando se trata de la conducción del Estado, entre el menos malo para salir del “peor”.

El profesor Juan Bosch, cuyo legado todos reconocemos, entendió muy bien este dilema y luchó por quebrar el bi-partidismo de comienzos de los 70, para presentarle al país una alternativa real de cambio.

Sabemos lo que hicieron los alumnos del profesor y sabemos de los males a que nos han conducido. Sabemos también que la izquierda no ha podido contribuir a cambiar este panorama.

Pero debemos debatir y decidir si con el predominio del presente bi-partidismo este país puede cambiar para bien, y si nos respondemos de que con esas cúpulas envilecidas esto es imposible, entonces tenemos que cambiar de actitud y entender que el actual bi-partidismo hay que quebrarlo, para poder soñar con reencauzar nuestro país.

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