Los pueblos, aunque no lo demuestren de manera constante, de alguna manera están empeñados en la búsqueda de su emancipación. Y en su sueño, algunos percibieron la Filosofía de la Liberación por las cuales han vertido su sangre. Pero esa filosofía que hablaba de libertad, igualdad y en particular del trabajo, desdeñó ciertos valores humanos y los convirtieron en mercancía a ser cambiada por la esperanza de poseer una transformación o Revolución sin Dios.
Solamente a fuerza de sufrimiento y desengaños fueron abriendo sus ojos. Pero esa falsa filosofía ha alterado la esencia de la democracia moderna, que ahora se confunde con “Democratismo”.
La idea de la democracia que en principio soñaron algunos, comprendida como una marcha hacia la justicia, el derecho y la liberación del ser humano, ha devenido en filosofía diferente. Se ha distorsionado ese concepto de forma de vivir y gobernar en una terrible confusión. Especialmente para las nuevas generaciones.
La palabra democracia ha dado lugar a tantas confusiones y malentendidos que, a veces, pareciera deseable encontrar otra. Una denominación nueva para designar el ideal de una comunidad de gente libre. Pero no son los filósofos ni los politólogos, sino la conciencia común quien fija el empleo de las palabras en el orden práctico. Se le han puesto y agregado adjetivos a la palabra democracia y no ha sido posible. Pero lo importante es reencontrar el valor auténtico de las palabras cargadas de grandes esperanzas humanas fundamentadas sobre la verdad.
La nueva denominación que se establezca, o la nueva transformación democrática tendría necesariamente que orientarse hacia el bien común. Volcando su acción hacia todas las persona. Con moralidad en la vida política, pública y privada. De inspiración personalista, comunitaria y pluralista de la sociedad. Vinculada con la religión, pero sin compulsión ni clericalismo. O sea, dicho de otro modo, una sociedad donde impere el derecho, la justicia, la conducta cívica, y eliminación de las grandes desigualdades. Principios esenciales para estructurar una vida en paz y armonía.
Una obra común inspirada por un ideal que tienda a la instauración de un sistema donde los seres humanos sean liberados de la miseria y de las humillaciones. Pensando en que los seres humanos están dotados de razón. Y en función de ello, tomar en cuenta de manera importante la educación, pues hay que tratar de domesticar lo irracional del ser humano y desarrollar sus virtudes morales para poder alcanzar un cuerpo político y social sano.
Una sociedad que propicie gobiernos inspirados en transformaciones creadoras. Que orienten y mejoren a la gente. Que se esfuercen con acciones y ejemplos para doblegar excitaciones y pasiones hasta convertirlas en instintos generosos.
Algunos podrían pensar que se trata de una quimera. Pero no. El sueño es posible. A pesar de las imperfecciones y confusiones sobre el concepto de democracia y las desigualdades existentes, no debemos perder las esperanzas. Tenemos que redoblar esfuerzos para mejorar. Es largo el camino y son muchas las cosas por hacer, incluyendo oportunidades y eventos cívicos para elegir autoridades responsables y conscientes.