¡Insólito!

¡Insólito!

De nuevo enero nos trajo acontecimientos que harán historia por la naturaleza de los mismos, que han alarmado al país por darnos cuenta que nuestras autoridades es una pléyade de burócratas irresponsables y de poco amor al trabajo, que solo buscan satisfacer sus intereses primarios de enriquecimiento u holgazanear a costa del Estado.

En el incidente en la frontera en la zona de Pedernales, con una respuesta muy tímida de las autoridades, el país se vio humillado por las turbas haitianas que impusieron su ley, pero a nombre de la prudencia nos callamos la boca y al cabo de varios días del incidente hubo una respuesta muy tímida de la Cancillería, ya que en el espíritu ni siquiera se demostró enojo por ese asalto al Consulado dominicano de Anse a Pitre.

Continuando con los hechos insólitos de enero, se descubrió que entidades no gubernamentales, con el apoyo del gobierno canadiense, habían construido desde hace algunos años un barrio de 250 viviendas, con todas sus facilidades anexas de una urbanización para donárselas a inmigrantes ilegales, que su padres habían cortado caña en el ingenio Monte Llano. Ahora nos topamos por boca del Ministro de lo Interior que son cuatro las urbanizaciones. ?Y dónde estaban las autoridades que permitieron esa violación al territorio dominicano?

El proyecto, con un costo millonario, se construyó o se construyeron en las mismas narices de las autoridades dominicanas, que ni se enteraron de tal proyecto y de los otros tres, máxime que nos gastamos en un país, atomizado en provincias pequeñas, de diversos servicios de inteligencia de varios tipos, que ni cuando Trujillo había tantas personas enroladas en actividades de caliesaje. Se presume que existe un control de parte de las autoridades policiales y militares y de los gobernadores, que por ese movimiento de materiales y de obreros, no podía pasar desapercibido por los alcaldes pedáneos, primer eslabón del caliesaje criollo, ni que fueran ciegos, por lo que alguna complicidad hubo en algún lado de esa cadena de irresponsabilidades. Ojalá no se oculten y todo quede igual y esos ilegales se queden disfrutando de un regalo inmerecido que debió concebirse en otra forma.

Y el más bochornoso de los hechos de enero fue contemplar la masiva destrucción de millares de expedientes médicos de los pacientes del Luis Aybar en vías de demolición, y las autoridades, al verse descubiertas en su desidia de no ponerle caso a esa destrucción, inventaron la mentira de que no importaba por que esos récords de los pacientes ya estaban digitalizados, pero no se pudo demostrar la veracidad de esa información. Quisieron calmar a la opinión pública, cuando lo correcto era aplicarle sanciones a los responsables, que ni siquiera advirtieron que tal destrucción estaba en proceso cuando las retroexcavadoras iniciaron su proceso de arrancar el viejo concreto de la estructura del hospital.

El otro hecho insólito lo constituyó el viaje del presidente Medina a Puerto Rico el día 13, en que la solemnidad del cargo presidencial dominicano se humilló para rebajarse a nivel de un gobernador de un Estado Libre Asociado, donde se enalteció la figura del funcionario boricua, que así vio elevarse su categoría al equipararse a un presidente de una república soberana, mientras se firmaban numerosos acuerdos que en el fondo son palabrería diplomática de buenas intenciones para llenar los archivos de las oficinas responsables en las dos islas. El fracaso del proceso de naturalización de extranjeros estalló con fuerzas en el mes que finaliza, y los magros resultados demuestran la negativa de una masa humana que apuesta a un compulsivo reconocimiento de sus estatus de legales por la masiva presencia de los que nos llega desde occidente, que según el Cesfront, a veces interceptan hasta un millar diario de inmigrantes atravesando la inexistente frontera y otras veces se reducen apenas a unos 200 apresados, lo cual confirma que ese masivo flujo humano no le teme a la represión dominicana, que hasta se trasladan hacia oriente con todos los ajuares de sus humildes viviendas, para establecer sus nuevas residencias en el territorio dominicano en áreas donde hay perspectivas de mucho trabajo y gran movimiento económico, preferiblemente en torno a Santiago o su traslado a la región oriental para engrosar la población del departamento número 11 de Haití, lo cual es la categoría actual de Verón.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas