Insolvencia

Insolvencia

Conjuntamente con las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, la República Dominicana gestiona una moratoria para la deuda que tiene con el Club de París.

Ambas cosas -negociaciones con el FMI y solicitud de moratoria- son claras señales de nuestra falta de capacidad o condiciones para hacerle frente a nuestros compromisos externos, pero a la vez son muestras de interés por salir de las dificultades que nos han llevado a este estado de cosas.

Sin embargo, habla muy mal de nuestro crédito internacional el hecho de que devolvamos embarques de combustibles por supuesta falta de dólares para pagarlos.

Se exhibe una muy mala nota cuando se hace un pedido y se cancela en el punto de entrega, no antes de que haya salido de su punto de partida.

En las misma medida, afirmar que se tiene el dinero necesario para surtir de combustibles las plantas, contrasta de una manera indeseable con la persistencia del descalabro del sistema energético nacional.

Es probable que en este último caso se esté tratando de ganar tiempo, hasta que se produzcan los desembolsos contemplados en el acuerdo con el FMI, pero de cualquier manera está el hecho de que la afirmación de que existen los recursos deja intacto el problema de los apagones, de la misma manera que queda invariable la dificultad para adquirir gasoil y gasolina en ciertas estaciones de expendio. En ambos casos los hechos dejan mal parados a quienes tratan de minimizar la gravedad de los problemas que estamos enfrentando.

Cuanto más transparentes seamos en estos menesteres, menos riesgos hay de confundir nuestra insolvencia financiera con otra cosa peor e indeseable en todo momento.

[b]Vertientes de la crisis[/b]

El trueque y el convite son viejas modalidades de intercambio, de cooperación mutua, que la gente había olvidado como prácticas frecuentes.

Consistían en satisfacer necesidades mediante el intercambio con otras personas y eran de uso frecuente, cotidiano.

La crisis económica que afecta al país ha traído estas prácticas a ámbitos en los cuales fueron muy casuales, muy circunstanciales. En la industria de la construcción está de moda el trueque tanto entre contratistas individuales como a nivel corporativo.

No son extraños los intercambios de inmuebles por materiales de construcción para poder cumplir compromisos por los cuales han sido aceptados pagos totales o parciales.

Otra práctica que se ha hecho frecuente es que firmas constructoras entreguen a los adquirientes de viviendas unidades no terminadas, haciendo los reajustes de precios necesarios, para que sean los adquirientes quienes las terminen por sus medios. Estas prácticas se han constituido en salida ante las profundas dificultades financieras que afectan a todos los sectores nacionales.

En otro ámbito, entre familias ha vuelto a tener vigencia la figura del convite, mediante el cual se comparten los gastos y el trabajo para el la adquisición de los artículos necesarios para un almuerzo o cena. Fue un hábito entre familias campesinas cuando la vecindad tenía connotaciones de familiaridad y no necesariamente por cuestiones de disponibilidad o de costos.

Son, a fin de cuentas, fórmulas de solución que la gente está aplicando para aliviar penurias en medio de la crisis.

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