Insospechados cohetes remanentes en la crisis de misiles de 1962

Insospechados cohetes remanentes en la crisis de misiles de 1962

Fidel Castro obstaculizó la solución definitiva de la crisis de los misiles

La alocución radial de Khruschev el 28 de octubre de 1962 aprobando retirar de Cuba los misiles balísticos soviéticos sirvió de alivio a la humanidad, sintiendo que se había superado el peligro eminente de la primera guerra nuclear, que pudo ser la última. Ese discurso creó la sensación de que la amenaza del holocausto nuclear había desaparecido y esa percepción fue reforzada cuando Kennedy levantó la cuarentena naval el 21 de noviembre.

La percepción no se correspondió con la realidad. La crisis no se superó automáticamente porque Castro se enteró del acuerdo entre Estados Unidos y Rusia como un simple mortal más: oyendo a Nikita por la radio.

Herido en su ego y sintiéndose traicionado por los rusos al no haber sido parte de las negociaciones entre las dos superpotencias de la época Castro obstaculizó la solución definitiva de la crisis.

Su reacción inicial fue prohibir inspeccionar en Cuba los misiles a ser retirados. La crisis estuvo definida por las cartas intercambiadas entre Kennedy y Khruschev y también por los mensajes belicosos de Castro dirigidos a Khruschev, y las respuestas de Nikita, a veces paternales y en muchas ocasiones con rechazos impositivos tajantes.

Nikita envió a Cuba a uno de sus colaboradores más íntimos y capaces, el viceprimer ministro Anastás Mikoyán para intentar que Fidel no entorpeciera la superación de la crisis y que al mismo tiempo continuara siendo un aliado estratégico en el Caribe. Anastás era el mejor hombre para esa tarea.

Era inteligente, de maneras suaves y de carácter fuerte. Su hermano Artiom fue el principal diseñador del reputado avión caza MiG. Se le atribuye haber sido uno de los redactores del “discurso secreto” con el cual Khruschev denunció los crímenes de Stalin. Además – y sobre todo – Mikoyán fue el primer funcionario soviético que visitó Cuba al triunfar la revolución y sentó las bases para el trascendental trueque de petróleo ruso por azúcar de Cuba.

Los detalles de los logros de Mikoyan en 1962 se mantuvieron prácticamente desconocidos durante medio siglo hasta que en 2012 su hijo, Sergo Mikoyán, que actuó como su secretario, publicara su libro “The Soviet Cuban Missiles Crisis: Castro, Mikoyan, Kennedy, Khruschev and the Missiles of November”. Nótese que se refiere a misiles de noviembre, no de octubre.

En sus cartas y en los acuerdos concertados entre Kennedy y Khruschev no se mencionó que, insospechadamente, aparte de los misiles de medio alcance que iban a ser retirados, también existían en Cuba 80 cohetes con armamento nuclear “FKR”, 12 cabezas nucleares de uso dual con los cohetes “Luna” y 6 bombas nucleares para ser disparadas desde los aviones bombarderos “IL-28” Sin saber que existía ese otro arsenal nuclear, Estados Unidos solicitó, inadvertidamente, el retiro de los bombarderos “IL-28” aunque solo estuvieran armados con proyectiles convencionales, lo cual aceptó Rusia. Khruschev envió un mensaje a Mikoyán para que explicara a Castro esa concesión a una nueva petición americana “puesto que ya tú eres como un cubano”.

Mikoyán dijo a Fidel que “… en todo lo concerniente a los IL-28 usted mismo sabe que están obsoletos. Actualmente es mejor usarlos como target plane”. Fidel explotó: “¿Y por qué ustedes nos los enviaron a nosotros?” Desesperado, Fidel le reclamó a Mikoyán dejar en Cuba los cohetes tácticos puesto que no eran parte del acuerdo con los americanos.

Mikoyán, pensando que dejar armamentos nucleares en manos de Fidel sería altamente peligroso, le mintió refiriendo una inexistente ley que supuestamente prohibía a los soviéticos transferir armamento nuclear a otros países. Creyendo la mentira, Fidel expresó: “Es una pena. ¿Y cuándo ustedes van a derogar esa ley?” Evasivo, Mikoyán contestó: “Nosotros veremos eso”.

Los fallos de la inteligencia americana, que no detectó ese otro arsenal, que hubiese convertido a Cuba en potencia nuclear, los enmendó Mikoyán, por su cuenta, reunido 4 horas el 22 de noviembre con Fidel, el presidente Osvaldo Dorticós, Che Guevara, Emilio Aragonés y Carlos Rafael Rodríguez. Mikoyán logró que los cubanos aceptaran que también fuera retirado todo ese otro armamento remanente.

Fidel se reconcilió con Khruschev y en abril de 1963, realizó una visita de Estado a la URSS que duró 38 días. Allí, como desagravio, recibió los máximos honores. Fue galardonado como Héroe de la Unión Soviética, recibió la Medalla Estrella Roja, la Orden Lenín y un Doctorado Honoris Causa de la reconocida Universidad Lomonósov.

La reconciliación duró hasta la caída de la URSS y más allá. En otras aventuras bélicas, no nucleares, Fidel exigió y logró primacía, como en Angola , en que Ochoa tuvo bajo su mando militares soviéticos.

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