Institucionalidad es clave para desarrollo económico

Institucionalidad es clave para desarrollo económico

Los países que en el pasado entraron a la primera revolución industrial y hoy se encuentran transitando la cuarta revolución fueron sociedades inclusivas en lo político y en lo económico y con instituciones que funcionaban; las que se quedaron atrás fueron sociedades de regímenes absolutistas, sin respeto a los derechos de propiedad y las reglas establecidas y hoy en día el salto al desarrollo depende, entre otros aspectos, en el capital humano y el nivel de institucionalidad.
Hace muchos años leí un libro que me permitió afianzar esos conceptos, se trató de la Obra “Why Nations Fail?” (“¿Por qué las naciones fallan?”) de la autoría de Daron Acemoglu y James A. Robinson. Este libro explica como los nobles Ingleses comenzaron a reducir el poder del monarca creando el parlamento, luego de la revolución de 1688 paulatinamente los comerciantes y clases medias lograron tener participación en la elaboración de las leyes; esa sociedad se hizo inclusiva en lo político y lo económico, se respetaron las reglas de juego, los derechos de propiedad y las patentes y por ello James Watt, el inventor de la máquina de vapor, nació en Inglaterra y no en España o Rusia y esa nación fue la cuna de la primera Revolución Industrial. Por esas razones, Thomas Alva Edison, el genio inventor, se desarrolló en EU y no en AL.
Ese libro también explica como el absolutismo y sociedades no inclusivas en Rusia, el imperio Austro-Húngaro o el imperio Otomano llegaron tarde a la primera revolución industrial o por qué África se ha quedado rezagada o América Latina no ha podido dar el salto al desarrollo, ambas justamente por la ausencia de instituciones que funcionen desde que lograron su independencia.
República Dominicana es una potencia turística, de zonas francas y líder en Inversión Extranjera Directa del Caribe y Centroamérica, la economía ha sido una de las de mayor crecimiento de la región en los últimos 50 años, salvo en tres crisis económicas, tenemos 15 años de crecimiento con estabilidad, sin embargo arrastramos lastres que dificultan el salto al desarrollo económico, como son los niveles de vulnerabilidad social, la calidad de la educación o de la salud, la gran inequidad social y más que nada el enorme déficit institucional.
Hemos disfrutado de estabilidad política desde 1966, el fantasma de los fraudes electorales es cosa del pasado, teóricamente somos una democracia, sin embargo no hay inclusión, el ciudadano solo se le consulta en el momento de depositar el voto.
La incertidumbre que vivió esta sociedad en los últimos meses, que inclusive afectó el nivel de la actividad económica, es un signo claro del déficit de nuestras instituciones, y por ello en el índice de Competitividad Mundial del “World Economic Forum” aparecemos tan mal ranqueados justamente por el tema institucional, como la ausencia de una justicia independiente, la pésima percepción que tiene la población de la Policía, del Congreso, de los partidos, la corrupción y la impunidad.
El país llegó muy tarde a la primera revolución industrial, todavía no hemos resuelto el tema eléctrico, uno de los puntales de la segunda revolución industrial, en la tercera, la digital, hemos avanzado pero nos falta mucho para hacer más asequible el internet, contar con los cerebros y los recursos para hacer exitosas plataformas tecnológicas, app y star-ups.
La gran tarea que tenemos es hacer funcionar las instituciones y los necesarios contra-pesos, convertir el respeto a las leyes y la Constitución en el marco de referencia de gobernantes y gobernados; solo así estaríamos en condiciones de convertir el crecimiento con estabilidad en desarrollo inclusivo.

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