Las casas del padre de la patria, Juan Pablo Duarte, y de la poetisa Salomé Ureña, que debían ser un moderno local para el Instituto Duartiano y el Museo Juan Pablo Duarte, se encuentran totalmente en ruinas. A pesar de la promesa hecha hace seis meses por el presidente Danilo Medina, quien dijo que la obra estaría lista para el 16 de julio, los ingenieros de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (Oisoe) desaparecieron y ni siquiera contestan las llamadas del presidente del instituto, José Joaquín Pérez Saviñón.
Manifestó ayer su angustia porque objetos de un alto valor histórico ruedan en cajas y corren el peligro de dañarse o perderse en el proceso de construcción. Los andamios fueron colocados donde los ingenieros ordenaron demoler las paredes de la casa en la que nació la poetisa Salomé Ureña y en una de las habitaciones de la misma residencia está amontonada una pila de arena.
Allí también permanecen los instrumentos de construcción que eran utilizados por los obreros y esperan por el ingeniero encargado de la reestructuración, quien nunca se identificó, o que el director del Oisoe, Miguel Pimentel Kareh, responda a una de las tres llamadas que diariamente hace Pérez Saviñón.