Instituto Duartiano se incorpora a modernidad resaltando al patricio

Instituto Duartiano se incorpora a modernidad resaltando al patricio

POR ÁNGELA PEÑA
Pocas instituciones culturales dominicanas tienen el dinamismo, la constante actividad, el celo por difundir la historia y los valores de la dominicanidad como el Instituto Duartiano, levantado de la marginalidad, la indiferencia, el atraso, y hoy incorporado a la modernidad, los avances tecnológicos, la comunicación, para promover por el país y el mundo el ejemplo y las enseñanzas de Juan Pablo Duarte y demás forjadores de la Patria..

Es un hervidero de niños y adultos, estudiantes, historiadores y otros profesionales reverenciando símbolos, consultando ejemplares de su biblioteca, realizando recorridos para aprender del valor de los patriotas, admirar las efigies de los próceres en sus murales imponentes, contemplar fotos, documentos, participar de talleres con temas escogidos sobre el acontecer nacional o escuchar las conferencias de un equipo de historiógrafos que han batido récord en sus disertaciones: en un día han desarrollado hasta 15 exposiciones.

El Instituto, que prácticamente sólo era visitado en fechas patrias, vive a diario lleno de público hasta en el precioso patio. Contaba con dos o tres sillas desvencijadas en su salón de conferencias y ahora tiene más de un centenar nuevas y lustrosas. Su maquinilla de escribir mecánica que no servía ni para escribir una carta pidiendo auxilio, fue sustituida por modernas computadoras. Además de aires acondicionados, tiene planta eléctrica de emergencia.

El Museo, antes depósito de contadas piezas de la familia Duarte, es uno de sus lugares más atractivos con los artísticos dioramas encendidos recreando la fundación de La Trinitaria, el Trabucazo de Matías Mella en la Puerta de la Misericordia, el primer izamiento de la Bandera en el Conde, el regreso triunfal de Duarte a Santo Domingo…

Siempre se encuentra en los tres históricos inmuebles, uno de los cuales fue morada de la familia Duarte-Diez, a un historiador del interior que va a llevar libros o a solicitar publicaciones, afiches, hojas sueltas, calcomanías, banderines, que el Instituto distribuye gratuitamente porque este diligente organismo de promoción histórica cuenta con veintitrés Centros Duartianos en igual número de provincias y con filiales en Nueva York, Miami, Filadelfia, Long Island, Boston, Caracas, Madrid, Puerto Rico, Curazao.

Tiene programa de radio cada sábado en la mañana, por La Voz de las Fuerzas Armadas, ha impreso y reeditado una considerable cantidad de obras, muchas ya agotadas, y presenta videos con la vida de Duarte que han protagonizado algunos de los miembros de su personal, como Rosanna Féliz Obregón, la secretaria del director, que actuó en uno de ellos como Manuela Diez. Inmigrantes haitianos fueron uniformados como soldados y las legendarias edificaciones sirvieron de escenario para recrear este esfuerzo, luego superado por filmaciones más profesionales, como las del general Héctor Lachapelle. Una radionovela sobre Duarte, de Nelly García, que se transmite por emisoras nacionales, contó con la colaboración y la asesoría de los historiadores del Instituto.

Abierto de nueve de la mañana a cinco de la tarde, el Instituto Duartiano sale de su sede con escolares que lleva a murallas, puertas y otros sitios y bastiones significativos donde el profesor e historiador Manuel Pérez Saviñón les explica el hecho acontecido en el pasado en esos lugares.

Con tal entrega y devoción trabaja el Instituto que logró sembrar en los militares, antes defensores y admiradores de Pedro Santana, el entusiasmo por reverenciar al Padre de la Patria. Aunque el llamado Marqués de las Carreras «fue la espada libertadora, traicionó el ideal de los Trinitarios, y el mérito de Duarte, al lado de Santana, no es comparable», explica el presidente del Instituto, José Joaquín Pérez Saviñón, mostrando orgulloso el más reciente ejemplar de la revista Proa, de la Marina de Guerra, bellamente impresa a color con fotos y consideraciones duartianas. «Tienen la historia de Juan Pablo Duarte en su manual y se han convertido en aliados para llevar los ideales del patricio a todo el pueblo. Algunos oficiales historiadores son miembros del Instituto, como el general Rafael Leonidas Pérez y el coronel Justo del Orbe Piña», reveló Pérez Saviñón.

Con treinta empleados imbuidos del ideal Duartiano, el Instituto no es ya la cenicienta olvidada de los gobiernos, Duarte no es el gran desconocido.

DUARTE EN EL PUEBLO

José Joaquín Pérez Saviñón no es historiador, pero es un ferviente seguidor de las ideas y la conducta de Juan Pablo Duarte desde los dieciséis años cuando fundó la tropa de Scouts con el nombre del prócer. Es, además, eficiente y transparente administrador pero, sobre todo, un organizador admirable. Esas tres cualidades conjugadas han hecho posible lo que algunos califican como «la magia» o «el milagro» que es hoy el Duartiano, que ha logrado llevar al Padre de la Patria a las masas populares, la diplomacia, las escuelas, los maestros, masones, militares, periodistas, obreros, locutores, Leones, Jaycees, Rotarios…

Era miembro de la institución, la confianza del ex presidente Manuel Marino Meriño, a quien sustituyó José Joaquín Hungría, pero éste enfermó y Pérez, entonces vicepresidente, asumió la dirección. Oficialmente es presidente desde 1994. «Me di cuenta de que había muchos libros sobre Duarte y un sinnúmero de historiadores, muy notables, prestigiosos hombres de letras que han escrito sobre él, sin embargo, el Instituto Duartiano, para mí, no estaba cumpliendo su función, que era llegarle al pueblo, aunque sí a los intelectuales».

Pobremente, con un presupuesto de tres mil pesos, comenzó a imprimir volantes con la vida de Duarte, y con la ayuda desinteresada de Mariano Lebrón Saviñón, Francisco Alberto Henríquez y Enrique Patín Veloz inició los talleres educativos sobre el patriota. Logró interesar en ellos a la secretaría de Educación, para dirigirlos a los maestros y hoy, esa iniciativa se ha extendido a otras figuras y acontecimientos nacionales.

Representativas instituciones ponen como requisito a sus alumnos tomar cursos en el Instituto Duartiano para graduarse, que se ofrecen con la colaboración de la Academia Dominicana de la Historia. Los miembros fallecidos o enfermos están siendo sustituidos por investigadores jóvenes, como Wilson Gómez, Nelly García, Francisco Hilario Liz

La asignación de cincuenta mil pesos que Pérez Saviñón diligenció en el gobierno de Balaguer fue aumentada sustancialmente en la primera administración de Leonel Fernández haciendo posible el resurgir de un organismo que hoy tiene guías adiestrados, consultor jurídico, encargado de Finanzas, director de la biblioteca especializada en la vida de Duarte y los demás próceres, ingeniero y operadores de informática, un autorizado asesor histórico fijo, que es el doctor Abelardo Jiménez, treinta y cinco conferenciantes que ofrecen sus charlas en el Instituto y se desplazan por donde los soliciten. El Instituto, por otro lado, ha sido reconocido por Ley del Congreso como entidad Oficial y Autónoma.

Hoy Duarte y las demás figuras preponderantes de la historia dominicana están en el corazón del pueblo. El Padre de la Patria es más que bustos, retratos, libros, folletos y más que una conmemoración los 26 de enero, día de su nacimiento ó 27 de Febrero, aniversario de la Independencia. Está latente en el sentimiento colectivo gracias a esta invaluable labor patriótica del Instituto que deja esa sensación hasta tras una llamada telefónica cuando la voz vigorosa de Osvaldo Cepeda, con el Himno Nacional de fondo responde: «Este es el Instituto Duartiano, que difunde el pensamiento y la obra del ilustre Fundador de la República Dominicana. Después del tono, por favor, deje su mensaje, con gusto le atenderemos».

Publicaciones Relacionadas

Más leídas