Instituto de Señoritas Salomé Ureña muestra con orgullo su nuevo rostro

Instituto de Señoritas Salomé Ureña muestra con orgullo su nuevo rostro

Son tus aulas escuela querida, envidiable remanso de paz. Tu recuerdo en el alma se anida, en las horas de grato solaz”.

Así decían  los primeros versos del himno del Instituto de Señoritas Salomé Ureña, compuesto por Ramón Emilio Jiménez con música del maestro Luis Mena; solíamos cantarlo en nuestros años de normalistas, hace ya más de medio siglo.

Durante todo este tiempo el recuerdo de la escuela querida ha estado presente, ha vivido en nosotras.

Allí fuimos formadas más allá del academicismo  ortodoxo en principios morales, por verdaderos maestros que siguieron la senda de la enseñanza que abriera la gran poetisa nacional y maestra, Salomé Ureña.

El Instituto de Señoritas fue fundado el 3 de noviembre de 1881 por la insigne educadora, y su proyecto de enseñanza secundaria se fundamentó en el pensamiento del gran educador puertorriqueño, Eugenio María de Hostos.

El 17 de abril 1887 se  gradúan a las primeras maestras normalistas: Mercedes Laura Aguiar, Altagracia Henríquez, Catalina Pou, Luisa Ozema Pellerano, Leonor Feltz y Ana Josefa Puello.

A partir de  septiembre de 1897 el Instituto es llamado Salomé Ureña, en honor a su fundadora ya fallecida.

Décadas después de enseñanza continua, siendo directora la Señorita Urania Montás, se creó la llamada “República Escolar”, un verdadero ensayo democrático, en medio de la tiranía en que vivíamos; en esa república había diferentes corrientes, especies de partidos, y contaba con sus ministras en  diferentes áreas,  su primera presidenta  fue, Alicia Cruz Ayala; nace de ese ensayo la figura de la “prefecta”, escogida por su excelencia académica, para ser encargada del aula.

La osadía duró poco tiempo, no podía ser de otro modo, pero quedó la impronta, el referente de  escuela  con pensamiento liberal.

Otra iniciativa de Urania Montás fue la creación de la Cooperativa y el Ahorro Escolar, centavos ahorrados, que bien servían para entrar en la Universidad, al finalizar los estudios.

Este centro de enseñanza pública secundaria, se convirtió en un paradigma  en la República Dominicana.  Asistir al Salomé Ureña en aquellos años de mediado del siglo, es haber aprendido a compartir en un ambiente  sin distinciones de clases, allí todas éramos simplemente alumnas, pero sobre todo  es haber abrevado de la fuente de conocimientos que poseían y nos transmitieron aquellos inolvidables maestros que hoy recordamos reverentes: Carmita Henríquez, Aida Regús, Marcela y Adria Elsa Sánchez, Ruth Nolasco, el padre Miguel Sanz, Mercedes Caratini, Veronesa Ricart , Ignacio Coradín, Ivelisse Prats-Ramírez, Consuelo Olivier Vda.

Germán, Cándida Noboa, Máximo Avilés Blonda, Adriano Hernández, profesor de Educación Física, así como nuestra directora Celeste Montás y las encargadas de disciplina, Lulyn Pellerano, Ana María Herrera y Flérida Aguiar, -Fleridin-.

Pero el Instituto Salomé Ureña, no era sólo el centro académico por excelencia, era también un espacio de arte y cultura; poseía un magnífico auditorio,  el  más importante de la entonces Ciudad Trujillo, hasta la construcción de Bellas Artes, donde fueron presentadas numerosas obras del naciente teatro dominicano.

Era el escenario idóneo para toda manifestación artística: veladas escolares, conferencias de importantes personalidades, graduaciones, conciertos sinfónicos y corales, recitales de canto y declamación, lo mantenían en una actividad permanente.

El 22 de noviembre de 1952, tiene lugar allí,  la primera graduación de Maestros en Declamación, entre ellos  grandes figuras de la escena dominicana: Lucía Castillo y Salvador Pérez Martínez.

Fue en este escenario donde Magda Corbett y su “Escuela de Ballet Flor de Oro Trujillo”, presentaron en marzo de 1953, el primer ballet completo dominicano “Una tarde en un parque de Viena”, con  acompañamiento de orquesta de cuerdas dirigida por el maestro italiano Mario Carta, todo un hito en la historia de la danza de nuestro país.

El Instituto contaba  con un coro dirigido por Monserrat Playá,  una banda de música, creada y dirigida por el maestro Manuel Simó, que acompañaba los famosos desfiles escolares, y un grupo folklórico dirigido por Eugenia Giró.

Con esta infraestructura artística, el Instituto era capaz de generar sus propios espectáculos, como lo fue la presentación de la zarzuela de Ruperto Chapí “El rey que rabió”, en la que los personajes masculinos eran interpretados por las propias alumnas; esta zarzuela estuvo acompañada al piano por la profesora Caridad Cabral –Cachita-.

Mujeres de gran valía salieron de sus aulas, por sólo citar dos: la primera vice-presidenta, Milagros Ortiz Bosch, y la gran maestra de generaciones: Ivelisse Prats de Pérez.

Con el correr de los años la planta física del Instituto se fue deteriorando,  el auditorio destruido, sin una sola butaca, y sus jardines abandonados.

Por muchos años ex-alumnas y profesores lucharon para que se recuperara el Instituto, la respuesta de varios gobiernos fue la indiferencia.

Felizmente el  9 de agosto el entonces presidente Leonel Fernández entregó a la comunidad educativa, un Instituto totalmente recuperado, con salas de informática, canchas deportivas, hermosos jardines  y un bello auditorio  dotado de tecnología moderna. 

Zoom

Acto protocolar en la inauguración

En el propio auditorio se reunió a un buen número de exalumnas y en nombre de todas, dio las gracias, María Cristina Mere de Farías, transmitiendo  en sus palabras la emoción que nos embargaba a todas. Gracias  al Señor Presidente por devolvernos nuestro antiguo Instituto de Señoritas Salomé Ureña  totalmente renovado, y por ofrecer a los actuales y futuros estudiantes, un recinto con aulas convertidas, en “envidiable remanso de paz”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas