Instrumental analítico para el tránsito

Instrumental analítico para el tránsito

Rafael Acevedo

El aporte de Antanas Mockus a la solución de los problemas urbanos de Bogotá y de la región, ha sido, precisamente, el haber enseñado a pensarlos; a ver los problemas del tránsito, por ejemplo, con una metodología inteligente, apropiada para nuestros países, sin dejar de lado los grandes aportes normativos (legales) y de diseño vial (normatividad técnica) que han dado tan buenos resultados en todas las calles y carreteras del mundo civilizado.
Hace años publiqué un libro de Sociología del Espacio de Circulación Vial, que apenas se utilizó en dos escuelas de arquitectura. Las carreras universitarias suelen tener que elaborar sus pensa dejando fuera materias importantes.
Un escritor amigo me cuestionó por qué había elegido ese tema. La respuesta es la misma de entonces: Para muchos el tránsito es la experiencia diaria obligada más desagradable, tensa y riesgosa, en la cual desperdiciamos tiempo y combustible, ahora, más que entonces, por la cual desearíamos irnos a vivir en cualquier otra ciudad o lugar. Especialmente porque cada día hay mayores taponamientos, mientras los problemas viejos, en su mayoría, están ahí, a la vista de todos, cuando vemos surgir problemas nuevos sin que se sienta acción alguna de parte de las autoridades “competentes”.
Seguimos creyendo que hace falta gente que piense. Que está muy bien que se traigan gentes de fuera, especialistas y estudiosos de los problemas viales, pero, para decirlo sin ruborizarnos, hacen falta discípulos de Mockus, no para que apliquen idénticas soluciones a las que él aplicara en Colombia, sino para que aprendan a pensar los problemas y ser creativos en las soluciones. De hecho, recientemente, AMET ha utilizado unos mojones plásticos que funcionan con bastante eficacia en algunos lugares que anteriormente eran inmanejables. Pero siguen faltando agentes en lugares claves, sobre todo agentes inteligentes y entrenados para detectar los eventos y circunstancias que causan taponamientos. Lo vital es que la circulación fluya, aunque haya que traer arrieros de Los Andes que sepan enfilar vacas bravas y vacas sagradas en estrechos desfiladeros. Y quitar obstáculos de las vías, especialmente ciertos estacionamientos abussivos, paradas y lugares de recogida de pasajeros, mayormente improvisados y medalaganarios, que no son aceptables ni permisibles bajo ningún concepto.
La ley hay que aplicársela a los más chiquitos, porque es la única forma de aplicarla… hasta que las autoridades tengan autoridad y vergüenza para aplicarlas a los grandes. Es una de esas paradojas del subdesarrollo. También es urgente evitar que los indocumentados nos roben los espacios públicos, mientras esperamos que algún síndico se atreve a decirle NO a los “megatranos”y “supertrados”, reyes y señores de los espacios de circulación. Pero de fondo están la corrupción, la impunidad y nuestra “falta de ignorancia” (dijera Cantinflas): Carecemos de una metodología para diferenciar cuáles problemas persisten por falta de entendimiento respecto a lo que son vacíos o fallas normativas, problemas de diseño, o son un asunto cultural, de malos hábitos, o falta de disciplina; o si se trata de una inercia e incapacidad técnica, instrumental o gerencial, que se espera que el INTRANT procurará superar.

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